martes, 6 de mayo de 2014

No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo


«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» son las palabras de san Esteban, perdona a imitación del Maestro, san esteban fue uno de los siete primeros diáconos, nombrado por los Apóstoles, para servir a las comunidades incipientes; dada su elocuencia se trataba sin duda, de un letrado que fe discípulo de nuestro Señor Jesús. Murió apedreado sin tener en cuenta lo que dijo el Maestro «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra.».(Jn. 8,7) Nosotros en nuestra época después de tantos años y de tanto repetirse esta enseñanza aun no tenemos en cuenta esta amonestación.

«¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?» los interesados por el propio bienestar, ciegos y sordos espiritualmente no les ha sido suficiente, llenarse el estomago allí donde no había suficiente pan de harina ni peces. El día anterior querían proclamarlo rey a Jesús y hoy ya le piden señales y obras, abstraídos y que solo les unía una mentalidad materialista

El Evangelio de hoy nos presenta magistralmente la misericordia y la providencia de Dios, dice el Señor: “Es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo” Hoy, en las palabras de Jesús podemos constatar como prefiguración y la complementariedad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el Nuevo nos revela las promesas hechas por Dios y llegan a su plenitud. Así, el maná que comieron los israelitas en el desierto no era el auténtico pan del cielo, sino la figura del verdadero pan que Dios, nuestro Padre, nos ha dado en la persona de Jesucristo, a quien ha enviado como Salvador del mundo. Moisés solicitó a Dios, a favor de los israelitas, un alimento material; Jesucristo, en cambio, se da a sí mismo como alimento divino que otorga la vida.

«Señor, danos siempre de este pan» (Jn 6,34): esta petición estaba movida por el interés meramente materialista y lo propuesto y dado por donación divina no lo entendían, con cierta razón porque apenas eran las primeras enseñanzas. Pero lo lamentable es para nosotros hoy después de tanto tiempo transcurrido, tampoco vemos el significado de las obras, señales y del valor verdadero del alimento que sirve para la vida – que es el cuerpo de Cristo, pan de vida. La Eucaristía, Cena del Señor (la Misa, como decimos comúnmente) es la expresión más fuerte de nuestra unión con Dios en Cristo. Misterio de Dios - el cuerpo evoca la unión de todos, y la sangre, la vida.



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