sábado, 24 de mayo de 2014

Aclama al Señor, tierra entera.


Dios se vale del hombre para salvar a los hombres – el Espíritu santo por medio de un sueño le inspira a san Pablo que debe entrar a Europa, para que el cristianismo haga su presencia en ese continente. Tanto tiempo que ocurrió y hoy no pareciera que ese continente conociera el mensaje de Dios. Cuando nos enteramos del individualismo, de la indiferencia, de la idolatría, la exploración y tantos otros defectos que no agradan a Dios. Culturas que hacen carrera y que contaminan la humanidad. Y tampoco es ajeno a nuestro continente suramericano, a donde fue traído el mensaje de Cristo, en su mayoría por los españoles; las personas tienen los pies en este continente hermoso y su cabeza en Europa o en Norte América.

A partir de este pasaje, el evangelio de Juan cambia el tono del lenguaje. Hasta aquí ha venido hablando del amor como valor supremo de la vida cristiana. Ahora Jesús hablará del odio y la persecución de que serán objeto sus seguidores. Como profesa se hace realidad, por el comportamiento incoherente de los cristianos de hoy, la gente no ve como un aliciente el camino católico a seguir; y de ahí que hay una “persecución contra la Iglesia” que es fruto de nuestro pecado, o de nuestra incapacidad para conectar con el mundo de hoy. Si Jesús fue perseguido por este “mundo”, sus discípulos correrán la misma suerte: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán.

Una rama de la esclavitud padece la humanidad es la ignorancia; por eso el rechazo se basa en el desconocimiento respecto del Padre de quien procede Jesús, en el desconocimiento de la voluntad de Dios, en el desconocimiento de la trascendencia y en el desconocimiento de una vida mejor de la mano de Dios quien nos ama y en cuya comunión deberíamos vivir como sus discípulos. Quienes deben caracterizarse por la lucha contra el mal y el pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo. Por esto, Jesús resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del mundo. Hoy la iglesia conmemora el nombre de María Auxiliadora, que ella con su amor de madre nos ayude a emprender el camino de la nueva evangelización.


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