sábado, 3 de mayo de 2014

A toda la tierra alcanza su pregón.

Hoy la iglesia conmemora los santos Santiago Apóstol,  San Felipe Apóstol  y la exaltación de la santa Cruz; cuyas raíces están en el emperador Constantino, hijo de santa Helena, quien redescubrió la Cruz del Señor, según la tradición el 14 de Septiembre del año 320. “Por este signo vencerás” fue la frase vista por Constantino. Si los israelitas en el desierto se curaban al ver la serpiente de bronce izada (Un. 21, 4-9), como prefiguración de la Cruz que debemos mirar para nuestra salvación.

De los discípulos del Señor sabemos muy pocas cosas. Y, sin embargo, cada pequeña perla "escondida" en el evangelio basta para estimular una vida de seguimiento de Jesús. Para encontrar el sentido profundo de los misterios de la vida espiritual. Y al mismo tiempo me mueven a pensar como estoy yo con respecto la relación que debo sostener con el Hijo de Dios; ¿Qué pensó que es Jesús?  ¿En qué momento se me aprecio a mí? ¿Lo he conocido? o me limito a engrosar el número de los simples admiradores. ¿A través de qué signos experimento que Jesús es el resucitado capaz de darme razones para vivir, trabajar, permanecer y perseverar?

Nuestro Señor Jesús, conocido, es camino para llegar al Padre, que se transita poniendo en práctica la justicia, la paz, el amor, la fidelidad, la fraternidad universal, la solidaridad, por los más pobres, débiles y excluidos. Es la verdad, la  luz, es guía y protector del camino, herramienta para la libertad y la paz. Y es Vida plena y abundante, dada gratuitamente, dinamismo que impulsa el compromiso por el Reino. Esto es lo que vino a predicar el Señor a todas las criaturas, el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida terrena será ámbito de dignidad para todos, capaz de provocar cambios sociales. 


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