viernes, 27 de junio de 2014

Dios nos amó


Hoy la iglesia celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, nos debería cuestionar sobre la manera en que debemos amar al amado, para llenar nuestro corazón del amor a Dios. Y en el pasaje del Evangelio de hoy nos encontramos con una plegaria de Jesús en la cual bendice al Padre por revelarse a los sencillos y pequeños en el amor, y ensalza cómo el mandamiento del amor no sólo es la llave de acceso a la Trinidad Santa sino también para la vida y la convivencia comunitaria entre hermanos e hijos del mismo Padre.

“Soy paciente y humilde de corazón” el presente saludo por Santa Faustina Kowalska:
Te saludo, misericordiosísimo Corazón de Jesús,
Viva fuente de toda gracia,
Único amparo y refugio nuestro,
En ti tengo la luz de la esperanza.

Te saludo, Corazón piadosísimo de mi Dios,
Insondable, viva fuente de amor,
De la cual brota la vida para los pecadores,
Y los torrentes de toda dulzura.

Te saludo, Herida abierta del Sacratísimo Corazón (Jn 19,34),
De la cual salieron los rayos de la misericordia
Y de la cual nos es dado sacar la vida,
Únicamente con el recipiente de la confianza.

Te saludo, inconcebible bondad de Dios,
Nunca penetrada e insondable,
Llena de amor y de misericordia, siempre santa,
Y como una buena madre inclinada sobre nosotros.

Te saludo, Trono de la misericordia, Cordero de Dios,
Que has ofrecido la vida por mí,
Ante el cual mi alma se humilla cada día,
Viviendo en una fe profunda.


jueves, 26 de junio de 2014

Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.


Hablando de lo espiritual, No hay nada más peligroso que la religiosidad, para muchos es, y sin darse cuenta que, practican una de las manifestaciones de la soberbia. La religiosidad como vida cotidiana; en estos casos, la oración no es en espíritu y en verdad, sino mas bien es un envoltorio que disimula la lucha de la vida real, la conversión no se da y se continua con los mismos vicios. Tampoco esta persona puede estar capacitada para hacer la obra que pide Dios. Esta mediocridad ha sido desde siempre, por eso nuestro Señor Jesús se refiere a ella en el evangelio de hoy: "No todo el que me dice Señor entrará en el Reino de los cielos".

Nuestro Señor Jesús como Dios lo sabe todo y echa mano a la parábola para indicarnos de manera grafica como debe ser nuestro comportamiento como “roca” no como “arena” de tal manera que debemos poner es este orden nuestra fe, nuestra conversión, nuestra oración, nuestros actos, nuestras palabras y nuestros actos; sobre todo en momentos de tormentas. Aunque haya tormentas nosotros los cristianos sólo ponemos nuestra confianza en el Señor, que es el único que siempre cumple su palabra.

Por tanto la parábola de hoy como “roca” nos invita a comprender que no somos perfectos, que también estamos expuestos por nuestra concupiscencia, sino que, como buenos cristianos debemos se comentarnos en la roca que es Cristo. Para afrontar las tormentas, las lluvias y los vientos de la vida.

¿De qué nos sirve hablar de vida, cuando aprobamos de manera solapada y desinteresada el aborto, la corrupción, la violencia y la guerra en nuestras situaciones concretas, haciendo «la vista gorda» ante tales realidades? ¿De qué nos sirve hablar de paz, cuando la industria de la guerra alimenta a nuestros hijos, a nuestros vecinos y lo toleramos? Las solas buenas intenciones no bastan, también hace falta las buenas acciones. Recordemos que el mal existe por la ausencia del bien.



sábado, 21 de junio de 2014

Le mantendré, eternamente mi favor.


Es tajante, no se puede servir a Dios y al dinero. Nos dice la sagrada escritura que Dios debe ser el primero, antes que todo; se le sirve con la entrega, el compromiso, con testimonio de vida, con la misión, con vida sacramental, viviendo los mandamientos, adorándolo en espíritu y en verdad con todas nuestras fuerzas, centrados en Cristo y que nuestros pensamientos, palabras y actos sean conforme a la voluntad santa de Dios.

Erróneamente se puede pensar que al pobre, al necesitado, al desamparado, haya que consolarlo diciéndole que la situación en que se encuentra es la “voluntad de Dios”, y que en el “cielo” tendría su recompensa. Nuestro buen Dios, nos sigue hablando hoy y enseñando que no se trata de huir de la sociedad para vivir una vida ermitaña y miserable, no es eso lo que Dios quiere para nosotros. Dios quiere que vivamos en su comunidad, haciendo uno por otros, respetándonos y amándonos, respetando y cuidando la naturaleza, que es parte de la creación y que ha sido donada para nuestro bien y no para destrucción o acaparamiento avaro.

Tampoco debemos caer en la tentación de transformarnos en seres pasivos, y achacar desgracias y pobreza a la voluntad de Dios, muy por el contrario nuestro afán se debe centrar en trabajar y esforzarnos en hacer todo lo que esté a nuestro alcance, para que cada persona tenga una vida digna, derecho a un trabajo, a una buena educación, a una buena salud. Si cada uno, desde su lugar se preocupa por el bien común, y los derechos de igualdad en la sociedad en que le tocó vivir, y se entrega confiado y seguro en los brazos de Dios, “Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura”

Debido al egoísmo sobrevino el salvajismo que se incrusto en la mentalidad del ser humano, su lucha se hace superviviente y agresiva, se tiene que pensar en el mañana, se tiene que vivir en zozobra, se tiene que perder la paz, la fe y el sentido trascendente. Perdimos el sentimiento valioso y social de la caridad. Por eso tenemos que escuchar de parte de Dios: “no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.”


viernes, 20 de junio de 2014

El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.


Dios no puso en esta tierra, obra se sus designios y nos concedió toda la naturaleza para nuestro bienestar, pero compartida; con derechos para vivir cómoda y dignamente. De tal manera que la crítica que nuestro Señor Jesús hace va dirigida hacia quienes además de tener de sobra, acumulan, esconden, guardan; no comparten, no donan, no actúan con misericordia, por el contrario quieren mas. Pero sobre todo y lo más grave es que ponen en primer lugar lo que atesoran, acumulan y cuidan; pero Dios para ellos es una apariencia o si para ellos existe Dios, es para ciertos momentos y para ciertas cosas.

Por lo tanto estas personas carecen de la luz donada, la sabiduría para la vida solamente la dona Dios, y cuando una persona no tiene a Dios como su Señor de su vida, está en la oscuridad, no tienen la capacidad para ver lo trascendente y menos para darse cuenta que existen muchas personas que apenas pueden sobrevivir con lo poco que poseen, esos son los que tienen el ojo enfermo, están llenos de oscuridad pues son incapaces de conmoverse con los necesitados del mundo, aquel que tiene de sobra sólo se preocupan por amontonar, no por supervivencia sino por ambición y para un goce falso.

En cambio aquel que tiene el ojo sano, es porque comprende que todo es de Dios y para hacer el bien a los más desposeídos, puede tener mucho o poco materialmente hablando, pero mantiene en sintonía con Dios, para agradecerle y reconocer que todo proviene de su divina providencia. Se dispone a servir y a obrar en misericordia con el más necesitado, es decir está dispuesto a ayudar y compartir con otros. De esta manera permanece iluminado su interior y como tesoro verdadero esta en ser y no en poseer.



jueves, 19 de junio de 2014

Vosotros rezad así


“Padre nuestro” Nuestro Señor Jesús, nos dejo por heredad la magnífica oración al Padre. Pero conforme al ejemplo de su oración no se trata de un fragmento literario, sino para emplearlo para dar gloria a Dios y para que aprendamos a vivir.

“Padre nuestro del cielo” Nuestra vida la pasamos sin reconocer verdaderamente quien es, donde está y que hace Dios. Quienes somos nosotros, que debemos pensar, decir y hacer. Por su puesto, si fallamos en el primer trazo de esta oración ¿Cómo podremos glorificar a Dios? Yo no puedo amar verdaderamente a alguien que está en la lejanía, no se puede establecer un dialogo centrado, ni siquiera por internet. ¿Cómo puedo sentir que Dios es mi Padre si no le conozco, si no hablo con Él? ¿Si no percibo sus Palabras sus gestos, sus acciones y demás atributos? ¿Cómo podre sacar la cara por El, como testimoniarlo, como actuar a su imitación si no le conozco para aprender de Él? Contendrá un largo análisis si continuamos con el resto de la oración.

Rezar el Padrenuestro, como nos ha enseñado Jesús, es una pedagogía que nos lleva a lo esencial, a poner a Dios en el primer lugar, sintiendo a los otros como hermanos. Por ello Jesús une ambas cosas cuando nos invita a rezar: Padrenuestro... La Iglesia jamás se ha cansado de obedecer al Maestro repitiendo varias veces todos los días: Padrenuestro... Pero insisto, lo más importante es que esa oración sea dirigida en espíritu y en verdad a Dios y El nos concederá los dones y nos enseñará a vivirlo.

Se hace difícil vivir el “Padre nuestro” porque solemos ser demasiado desagradecidos. Fácilmente somos indiferentes. Nos da lo mismo una cosa que otra. Sometemos todas nuestras potencias a lo que percibimos con nuestros sentidos, olvidándonos que en principio somos seres espirituales, no solamente carnales.

A manera de tarea, reflexionemos sobre el resto de la oración, sin antes añadir: Olvidamos con facilidad que necesitamos perdonar para obtener el perdón, la liberación y la sanación -- ideal grande y difícil. Y tampoco está dentro de nuestra agenda la acción del maligno, el autor del engaño y la mentira, porque su manera de actuar es astuta, raposa, pero que nos puede transportar a la muerte.


miércoles, 18 de junio de 2014

Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.


Con la afirmación: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mt 5,6). Y la exhortación de hoy: “no practicar vuestra justicia delante de los hombres” no indica que tenga un sentido contradictorio o de confusión, no es que el Señor quiera decir lo contrario, las dos enseñanzas son complementarias. Es hacer el bien por amor gratuito y no por deseos tenues de vanagloria. No por buenas razones se podrá justificar el mal. “Nunca hacemos tan perfectamente el mal, como cuando lo hacemos de buena fe”( Decía Pascal). Todos nuestros pensamientos, palabras y actos deben ser para dar gloria a Dios.

“hacer justicia”, es compartir, es reponer un poco de equilibrio en la distribución de los bienes. Desde este punto todos estamos en la obligación de compartir, sin tener en cuenta el cálculo de mi propio beneficio. Sino como un sentimiento que brota del corazón. El Señor hoy nos enseña una manera extraordinaria para dirigirnos al dueño de la vida, a nuestro Creador y el que ve lo que está escondido lo verá cual es nuestra verdadera intención. Rezar no significa hablar mucho ni querer imponer a Dios nuestra voluntad, sino dejar nuestra vida en las manos del Padre que nos ama.

San Agustín hace una reflexión perfecta: "Cuando oréis, dice Jesús, entrad en vuestra habitación» ¿Cuál es esta habitación sino el mismo corazón, como lo indica el salmo en el que está escrito: «lo que digáis en vuestro corazón, en vuestra habitación lamentadlo? « (Ps 4,5). «Y después de haber cerrado las puertas orad, dijo, a vuestro Padre en secreto» no basta con entrar en su habitación, si la puerta permanece abierta a los inoportunos, por esta puerta se introduce subrepticiamente las banalidades de fuera, que invaden el interior. Desde fuera, como hemos dicho, las realidades pasajeras y sensibles penetran por la puerta, en nuestros pensamientos, es decir, por nuestro sentido y perturban nuestra oración, por una muchedumbre de fantasmas vanos. Es preciso pues cerrar la puerta, lo que quiere decir resistir a los sentidos para que una oración plenamente espiritual suba hasta el Padre, brote de lo profundo de nuestro corazón, donde oremos al Padre en secreto."



martes, 17 de junio de 2014

"Misericordia, Señor: hemos pecado"


Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos”. ¿Qué podemos reprochar nosotros? Cuando Dios de un solo tajo nos corta los sentimientos de rencor, de odio y de venganza. Y por el contrario nos exhorta a “Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”. Qué manera y qué actitud tan distinta, que incluso puede llegar a chocar contra nuestros criterios, (del yo perdono pero no olvido) cuando guardamos resentimientos, deseos de venganza por el odio, sentimiento de ser mas que los demás, por la soberbia.

Nuestro Señor Jesús parte del supuesto de que todos tenemos “enemigos”. Por desgracia este supuesto lo confirma nuestra propia historia, unos más otros menos, pero hay alguien, de quien hemos tenido que apartarnos. Desde la historia incipiente de los dos hermanos –Caín y Abel-, llevamos inscrita en algún lugar de nuestras entrañas la incurable costumbre de enemistarnos. Viendo el Señor esta cruda realidad, nos propone lo inédito: “Atrévete a amar a quien ni te ama, ni se lo merece”.

Pero tú me dirás: “Mi enemigo me ha hecho tanto mal que de ninguna manera le puedo amar.” Tú miras lo que te hizo este hombre y no miras lo que tú has hecho a Dios. ¡Examina atentamente tu conciencia: tú has cometido sin darte cuenta muchas más faltas contra Dios que un hombre haya cometido contra ti. ¿Con qué osadía esperas, pues, que Dios te perdone lo mucho cuando tú no perdonas lo poco?”(San Cesáreo)

El Señor nos invita, por nuestro bien, a ir más allá de lo correcto, más allá de lo que la sociedad considera como un buen ciudadano o una buena persona, el Señor nos ha dado el ejemplo hasta el último momento, (en el calvario) “Padre perdónales porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34.) muchos hacen el mal sin meditar en lo que hacen, ni en el daño que causa; pero nosotros si lo sabemos que somos a imagen y semejanza de Dios, estamos hechos para la eternidad, precisamente porque somos espíritus que estamos, transitoriamente cumpliendo un estado humano como escolaridad para ser perfectos como nuestro buen Padre-Madre Dios es perfecto.


lunes, 16 de junio de 2014

Atiende a mis gemidos, Señor.


Toca las lecturas de hoy, con lo que tiene que ver con la gente que lo quiere todo sin mucho esfuerzo, Algunos movidos por su necesidad pero en la mayoría son los quieren un poco más de lo han logrado. Por tanto el salmista nos recita una súplica a Dios para pedir su divina protección. Nuestro Señor Jesús nos da unas líneas de conducta para adoptarlas en vez de entrar en el choque y en el desamor. Aunque para alguien puedan verse como un absurdo, el Señor nos aconseja que más bien perder algo de lo material que entrar en conflictos, que muchas veces resultan irreparables.

Nos indica que antes se tenía tal o cual conducta, como en el caso del “ojo por ojo, diente por diente”. La ley llamada del talión, establecida en (Ex 21,23-25), quería poner freno a la venganza, esa fuerza negra que sigue haciéndose sentir terriblemente, incluso entre quienes se dicen cristianos. Pero el Señor nos quiere conducir por la línea sin violencia, la verdadera justicia no consiste solo en castigar al que hace mal, sino más bien en corregir, en educar y perdonar. Que no es dejar las cosas como están, (como tolerancia del mal) por el contrario, es actuar para que quien este en el error, comprenda, cambie y rectifique su vida. El querer de Dios es la construcción una sociedad nueva con seres humano rectificados al bien, como ley que contiene y perfecciona todas las demás.

De esta manera, revela que hay algo más allá de la justicia equitativa. Y nos abre a la conducta de la misericordia. El opuesto o enemigo se desbarata al hacerlo amigo, así no se compartan sus conductas pero es mejor que declarar guerras. A propósito, el resultado de las elecciones de ayer en Colombia, nos dan una lección al respecto, pero también nos ha de llevar a un gran compromiso con responsabilidad, Colombia se merece el cese de los grupos armados al margen de la ley. Y para lograrlo, por un lado hay que seguir los consejos del Señor. Y por otro lado exigirle al gobierno en pleno el cese de la corrupción y que haya respeto al derecho, mas justicia social; no podrá haber paz donde reina la injusticia. Pidamos pues, a Dios que nos ayude y que con su poder y autoridad se haga una realidad el sueño de la paz.


sábado, 14 de junio de 2014

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.


“No juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies” son necesarias unas condiciones para que el juramento sea lícito, como por ejemplo, que haya una causa justa, grave, seria, que sea la verdad, que sea necesario y que conduzca al bien. El Señor nos invita a decir “si” o “no” en todos los casos; el Señor sabe que siempre queremos quedar bien ante los demás, que buscamos nuestra gloria a si sea empleando la mentirilla que en muchos casos la llamamos “piadosa”

Ser discípulos de Jesús implica que diariamente realicemos un serio y profundo examen de conciencia, para cambiar aquellas situaciones que siguen siendo difíciles de corregir, por tanto impiden el comportamiento correcto como cristianos. Nosotros estamos obligados a reflexionar continuamente, el discernimiento por gracia del Espíritu Santo nos lleva a la excelencia en la fidelidad y la coherencia.

La intención de Eliseo era optar por la libertad para poder servir al Señor, así como por medio de las palabras del salmista, supo ver que el Señor es su mayor bien, su alegría y toda la herencia que se puede ansiar. Pero qué difícil vivirlo así nosotros tantas veces… el Señor nos invita a un comportamiento humilde y que nuestro sí, sea sí y nuestro no, sea no. Así lo afirma Jesús en el evangelio de hoy. Lo demás, viene del Maligno, no de Dios. Dice el santo Cura de Ars: «La razón de que tan pocos cristianos obren con la exclusiva intención de agradar a Dios es porque la mayor parte de ellos se encuentran sometidos a la más espantosa ignorancia. Dios mío, ¡cuántas buenas obras se pierden para el Cielo!».

"sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.» el objeto de la ley es enseñarnos a no hacer lo que no queremos a contra de nosotros y que nos hace sufrir. Como represión a hacer el mal y procurar el bien. Pero aparte de esto el Señor quiere que expulsemos definitivamente de nuestro ser, el odio como engendro de la soberbia. Los deseos del placer, la vanagloria y en fin todas las pasiones.


jueves, 12 de junio de 2014

“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”


Aquí empiezan las oposiciones: “Ustedes han escuchado, pero yo les digo..” Todos los cristianos, por el hecho de estar bautizados, gozan y participan de la consagración sacerdotal de Cristo, tal como nos dice el Ritual del Bautismo. Sin embargo Jesús fue un laico, no formó parte de la casta sacerdotal, con la que, por otra parte, chocó abiertamente, tanto, que ella misma le condenó a muerte. Vino a rectificar el sacerdocio conforme a la voluntad de Dios.

Nuestro Señor Jesús no cuestiona las exigencias de la Biblia ni se contenta con hacer un comentario de las mismas; la ley de Cristo es un llamado a la purificación del corazón, es decir, a enderezar las intenciones y deseos. Es una nueva lucidez que nace de la mirada puesta en Dios. Cuando nos volvemos hacia el Padre (y esa es la gran novedad: imitar a Dios-Padre: 5,48 Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.) descubrimos cuán imperfectos son los criterios humanos en cuanto a la legalidad.

Nuestro Señor nos invita a cuestionarnos, como parte de nuestra conversión, como reflexión para cambiar la manera de pensar para cambiar la manera de actuar, como buenos cristianos. Nos invita a perdonar por amor y no por miedo o estrategia. “vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda.” Por respeto, tolerancia, sinceridad, por legalidad ¡qué grande y hermoso es el amor de Dios! Que nos capacita para poder amar al hermano de esta manera.

Y a la vez el Señor nos amonesta: si no es de esta manera no estamos en el camino de la santidad, aunque no estemos en estado de condenación, si tendremos un castigo hasta pagar toda deuda de amor, de fraternidad, de hermandad. El Señor pone tanta importancia al perdón por amor que va por encima de cualquier valor material en ofrendas, porque un corazón arrepentido adquiere la dignidad de Dios. Pensemos por un momento la importancia y la necesidad de perdonar en nuestro medio impregnado de odio, de violencia, de mentira, de engaño, de ambición y de soberbia.


miércoles, 11 de junio de 2014

“Era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe”


El relato de la primera lectura nos presenta a Bernabé es un personaje con cualidades atractivas, poseedor de los dones del Espíritu Santo que lo hacen virtuoso, modelo evangelizador, mediador, unificador en medio de la diversidad.

Permítame preguntarte como bautizado(a) que acredita el discipulado ¿Qué puedes hacer tú hoy cundo está recibiendo del Señor esta misión? “ld y proclamad que el reino de los cielos está cerca” el primer requisito la oración para pedir la gracia para que el Espíritu Santo llene su alma de los deseos de salvación propia y la de los demás y para hacer tu ofrecimiento con decisión, porque no se podrá ¡poner las manos en el arado y volver la mirada atrás! (Lc.9,62) «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.»

El evangelizador no deberá ser un profeta de desgracias o castigos; pero debe ser conscientes que la obra la hace el Espíritu Santo, nuestras fuerzas, por mas buenas intensiones, no alcanza para combatir el poder de la muerte a causa del pecado, el pecador cuando ha perdido la gracia, ya ha entrado en estado de muerte espiritual, y el rescate lo hace el mismo Dios mediante la persona del Espíritu Santo, dador de vida. A nosotros nos corresponde el anuncio de “buenas noticias”. Con conocimiento de causa, con fidelidad, por amor y por fe.

Ahora bien, los signos que acompañan la misión, como es: “Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.” Corresponde a la acción de Dios, y si nuestra misión la cumpliéramos a cabalidad, con la debida fidelidad, Dios haría muchas cosas más. Pero por causa de nuestra vanagloria, el Espíritu Santo hace su obra esencial en silencio sin bullicios.

El discípulo debe ir previsto de lo necesario solamente, sin llevar ninguna preocupación que interfiera su labor. Así lo vivieron los primeros apóstoles, con entusiasmo y radicalidad. Es el caso de san Pablo y Bernabé apóstol, cuya fiesta celebramos hoy. Asumir el estilo de vida apostólico implica dejar de lado pensamientos, intenciones, palabras, comentarios, prejuicios, intereses, etc. Solamente el firme propósito de cumplir la divina voluntad de Dios. Lo esencial es el mensaje, la noticia que lleva a la salvación, el testimonio de la persona de Cristo Redentor.

martes, 10 de junio de 2014

Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.


Quisiera que los dones del Espíritu Santo no solo se hayan visto el día de Pentecostés, sino que se lleven a la fidelidad, puesto que depende ella el Espíritu Santo los conserva y los aumenta.”Si somos fieles en lo poco se nos dará más”. Retengamos con fidelidad y profundidad el don de: Inteligencia (Entendimiento). Que es una gracia para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas. Hoy en la primera lectura encontramos la figura de Elías. Cuyo nombre permanecerá como el más grande entre los profetas. Cuando Jesús se transfigure (cf. Mc 9,2), Elías estará a su lado. Frente a la infidelidad idolatra de todo su pueblo, “entiende” lo que el Señor quiere y se dispone a obedecerle. Se siente responsable de la causa de su Dios y actúa sin esperar que otros hayan empezado. (Stg. 5,17) lo presenta como modelo de fe. Y

Vosotros sois la luz del mundo”. Aquí, en las palabras "Vosotros sois la luz del mundo", se encuentra todo un programa de vida. Sin que tengamos que hacer cosas extraordinarias. O de someter a nadie. La tarea es simple pero con profundidad, se trata de reflejar la luz a través de un rostro encendido en la Luz que es Cristo (Yo soy la luz). El objetivo de ser luz lo expresa bien Jesús: “Que den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.” Sólo refleja luz que ilumina, quien está recibiendo la Luz divina. Por eso no todos los esfuerzos misioneros, dan buen fruto.

Jesús nos ha pedido que encendamos nuestro pequeño cirio en el gran cirio que es Él, es decir que recibamos de Él la gracia para ser dóciles al Espíritu Santo, que es quien tiene el poder iluminador. “En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.” (Jn.14, 26) Como esa luz que nos corresponde reflejar no es propia, es satelital, por tanto se hace difícil creer.

Es por la gracia, es el Espíritu Santo el “dador de vida” quien nos capacita y es quien penetra en el alma del próximo, no son nuestras simples palabras que llegan solo hasta el oído hueco del pecador, del que no tiene el don de “entendimiento” de nada sirve luchar por sí mismos, nuestras fuerzas no son capaces de vencer el poder de la muerte que causa el pecado, como bien nos lo quiere decir el Señor en la metáfora de la sal y la luz. ¿Para qué la sal que no da sabor?, ¿para que la luz que no ilumina? De manera pues que debemos ser servidores fieles del Espíritu Santo para ser constructores de una nueva sociedad en una nueva forma de pensar para poder ser y servir.


lunes, 9 de junio de 2014

Siempre me cuidará el Señor.


Inicia el tiempo ordinario, pero antes quiero dejar en tu monitor uno de los dones del Espíritu Santo: “Temor de Dios” Es el freno al pecado, es tener nuestro espíritu contrito ante Dios, consientes de las culpas y del castigo divino, Se ha buleto cultura la indiferencia frente al pecado y una de las causas es porque no conocemos a Dios, a quien se le conoce dentro de la fe en la misericordia y providencia divina. Muchos de nuestros coetáneos no saben lo que es el pecado y, ¿cómo se van a arrepentir si no saben de qué? Afortunadamente Dios se ha manifestado como el supremo misericordioso, en el pasado y lo será también con nosotros. Al reconocer nuestras faltas pedimos perdón e imploramos misericordia, y Dios perdona porque, al fin y al cabo, nosotros somos su pueblo. Hoy nos quejamos del "silencio de Dios" frente a la injusticia en la que vive la mayoría de la humanidad. Injusticia que nosotros mismos creamos o promovemos para luego preguntar a Dios por qué las permite. Creemos en nuestros propios intereses, pero no viene a nuestra mente la caridad, la misericordia. (cfr Jn 15, 4-7). Que nos invita a “Permanecer” sin dobleces.

Hoy iniciamos con el Evangelio Según san Mateo, que enmarca un plan en conjunto empezando por la proclamación de las bienaventuranzas. Precisamente para los que sienten “temor de Dios” pero quizá seamos más indolentes que deseosos de la paz. Llevamos consigo la concupiscencia y el masoquismo. ¿Qué sentimos cuando vemos o nos toca el dolor, cuando parece que la alegría dura tan poco? ¿Cómo es posible que en la gran familia de Dios, el género humano, haya hambre, llanto, depresión, persecución, injusticia, corrupción, violencia? Personalmente lo atribuyo a la ignorancia. El mal que aqueja a la humanidad es la Ignorancia, la peor esclavitud es la ignorancia. No me refiero a la ignorancia del conocimiento humano, pero también,  este de que le sirve si carecemos del conocimiento donado por Dios, si carecemos de los dones del Espíritu Santo, para ser bienaventurados. Es en resumen un abismo infranqueable entre lo que Dios quiere para nosotros y lo que preferimos, la ignorancia para caer "redonditos" en las garras del autor del mal y de la mentira.

A los dignos poseedores de los dones divinos, dice San Pablo: “...nos consideran pobres, pero enriquecemos a muchos, no tenemos nada, pero lo poseemos todo.” (cf 2Cor 6,10). Pero no es posible esta adquisición con el dinero, con el saber humano, con el prestigio, con el poder político maquiavélico. Ni se puede vender esta “fórmula” en el supermercado de propuestas, ni en las oratorias, es cuestión intrínseca; de relación personal con Dios.


sábado, 7 de junio de 2014

Los buenos verán tu rostro, Señor.


La liturgia de la Iglesia nos presenta el final del libro de los Hechos, y el final del Evangelio según san Juan. Al mismo tiempo llegamos al final del tiempo pascual con la celebración de la solemnidad de Pentecostés.

Nos motiva a reflexionar en todo lo ocurrido durante este tiempo especial desde el miércoles de ceniza hasta la venida del Espíritu Santo: Quizás haya servido para darnos cuenta de nuestra limitación, de quienes somos y como actuamos. Que hayamos logrado hacer cambios en nuestra manera de pensar y de actuar. Que este tiempo nos haya servido para darnos cuenta que es necesario hacer sacrificios y oración a imitación de Cristo, en el “desierto” y el “huerto”. Que no seamos como los judíos que el domingo de ramos con vectores recibieron al Señor y cinco días después estaban gritando “crucifícale” (con nuestro pecado). Reflexionemos sobre cuál es el significado de la donación de su vida, de su sometimiento al martirio y muerte de cruz, de nuestro Salvador. Como se quedo en medio de nosotros y que hace en nosotros hoy día. Verdaderamente el Señor ha resucitado en nuestra alma o lo dejamos como si estuviera muerto. Jesús es nuestro Señor de mi vida? ¿O quién? En qué forma se ha hecho más visible la presencia del Resucitado. Que nos haya servido para cantar victoria sobre nuestra muerte. Que no continuemos dudando sino que seamos creyentes. Y ¿cómo nos hemos preparado para recibir la presencia y la sabiduría que nos dona el Espíritu Santo?. Que decididamente seamos dóciles a partir de hoy a las divina inspiración, para ver las cosas que son de Dios, para conocer las cosas que son de Dios y que todo lo que pensemos, hagamos y digamos sea para la gloria de Dios.

Por eso el Señor nos dice hoy: “Tu sígueme”. Esta ordenanza es para todos, con un contenido profundo de unidad; que nos lleve a dejar el egoísmo, nuestra soberbia, es decir dejar de pensar que solo para nosotros es la gloria. El imperativo de nuestro Señor Jesús es muy fuerte parece querer decirnos: “deja el destino de los otros en mis manos”. Es como un llamado a dar cuenta de sí mismo. De los otros se ocupa el Señor, pero sin dejar el sentimiento sincero de procurar, por medio de la gracia, por la salvación de todos. Este llamado a seguirle exige una respuesta testimonial, de compromiso, de entrega. Quiere llevarnos más allá, en misión para escribir con El, las “otras muchas cosas”


viernes, 6 de junio de 2014

El Señor puso en el cielo su trono.


Pablo dará su vida por un difunto llamado Jesús, que sostiene que está vivo. El Evangelio de hoy nos trae a colación el trasfondo de la triple negación, en el recurso semítico a la repetición enfática de la certeza del amor, en medio de la escena de dialogo entre nuestro Señor Jesús y san Pedro, junto al mar, donde el Señor quiere precisar la dirección pastoral de su iglesia por amor. El Señor quiere rehabilitar la autoridad de Pedro. La triple pregunta de Jesús y la triple respuesta de Pedro muestran una contrapartida simbólica de su triple negación. No es una respuesta de labios sino que el Señor quiere fundir de manera indeleble en el alma el modelo de directriz. No es que el Señor dude de Pedro sino que sea el amor el que perdure y en base a ese sentimiento se actué para apacentar y pastorear la comunidad misionera.

Para nosotros hoy día ¿Qué puede significar “apacentar los corderos/ovejas” quiere decir, por encima de todo, desear intensamente la salvación propia y la de los hermanos, hasta incluso dar la vida, no buscar el propio interés sino el de los más débiles. El tipo de directriz que Jesús propone a Pedro, es contrario al liderazgo que solemos asignar hoy día a nuestras comunidades. “Efectivamente cuando Cristo le confiaba sus ovejas como a sí mismo, quería que se hiciera sólo uno con él. El Salvador sería la Cabeza, Pedro representaría el cuerpo de la Iglesia (Col 1,18)... Así, pues, para poder encomendar a Pedro sus ovejas, sin que con ello pareciera que las ovejas quedaban encomendadas a otro pastor distinto de sí mismo, el Señor le pregunta: “Pedro, ¿me amas?” Él respondió: “Te amo”. Y le dice por segunda vez: “¿Me amas?” Y respondió: “Te amo”. Y le pregunta aun por tercera vez: “¿Me amas?” Y respondió: “Te amo”. Quería fortalecer el amor para reforzar así la unidad” (san Agustin).


jueves, 5 de junio de 2014

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti


En las lecturas de hoy encontramos a nuestro Señor Jesús en Jerusalén, ciudad santa del judaísmo. San Pablo defendiendo la fe en Atenas, ciudad de los sabios, en su época, donde se movían círculos religiosos y culturales. Donde Pablo recibe la misión de dar testimonio de Cristo en roma, centro del imperio. Donde más tarde lo proclama con gran elocuencia y seria el escenario de su prisión y de su muerte. Pablo será ajusticiado en la ciudad donde reside el mismo poder que ajustició a Jesús.

Continuando con el discurso de despedid de nuestro Señor Jesús, donde hace una oración al Padre para que todos pertenezcamos a su iglesia, a su comunidad, todos en Cristo como uno solo. Y e3sa iglesia que fundó el Señor es la iglesia católica, que viene desde los Apóstoles y que tiene su centro cede en roma. Pero así como Dios se vale del hombre para salvar a los hombres; así también el maligno se vale de hombres para dispersar, para desparramar, como aconteció después de cinco mil años con la iniciación separatista propuesta por Lutero y Calvino y que esa dispersión se ha convertido en miles y miles de sectas en desobediencia, es decir con un sentimiento de soberbia, frente a la católica.

Y el Señor hoy en su oración pide al Padre por la causa ecuménica, por la unidad de todos en su iglesia, que seamos todos uno desde ya como sociedad santa a imagen de lo que sucederá en la iglesia celeste. Pide que todos aprendamos a vivir en su comunidad bajo las premisas del amor desde ya como debe ser en la vida espiritual. “Para que el mundo crea que tú me has enviado.” Es muy poco lo que se puede decirse sobre esta vinculación, es la voluntad de Dios. Es pues, el trabajo que debemos hacer por la unificación, soportándonos unos a otros, así como nos exhortaba san Pablo. Como el termino empleado hoy día, la tolerancia como convivencia pacífica, pero el Señor propone es la fraternidad por amor, que hace a multifuncional todos comunidad, aunque haya diferencias. No como gesto de debilidad sino de fe en nuestro Creador, en su obrar, en su poder y en su autoridad; dejando nuestra conducta soberbia, es decir dejar de querer ser dioses sin Dios.


miércoles, 4 de junio de 2014

Reyes de la tierra, cantad a Dios.


Pablo, despidiéndose de los responsables de la comunidad de Éfeso, les hace una sentida exhortación al cuidado de la comunidad, a la alerta frente a los “lobos feroces”, y al trabajo gratuito en favor de los necesitados. Esa misiva es actual para nosotros, si es que deseamos la salvación propia y la de los demás. Como discípulos del Señor, titulo otorgado en el bautismo, corresponde la escolaridad para hacer la misión pero conscientes de que tenemos un utensilio para llevar siempre, la cruz: donarse y donar gratuitamente lo que se nos ha dado gratis. Cargar con oposiciones, controversias, y hasta peligros.

Nuestro Señor Jesús despidiéndose de sus discípulos, en su discurso, que a la vez es oración de petición, ruega al Padre por sus discípulos de todos los tiempos. Para que no se pierdan, para que sean uno, tengan alegría, sean preservados del mal y santificados en la verdad, amparados contra lo que se opone a las cosas de Dios. “Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo.” Como podemos ver no es un consejo sino un mandato, si es así, no puede ser con un sentido de religiosidad, lo cual no contendria las exigencias de la fe. Cristo debe ser el Señor de mi vida, nosotros debemos comportarnos como sus servidores y no creer que Dios, sea quien está al servicio nuestro. Si servimos de corazón para el Señor, él nos colmara de alegría.

Jesús pide la unidad para sus seguidores. Pero no cualquier tipo de unidad, sino de la misma naturaleza que la que él mantiene con el Padre. Sólo esa comunión íntima, profunda, existencial, puede garantizar la fidelidad. “Por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.» Ser testigos fieles y gozosos de la verdad y la unidad, en el mundo actual impregnado de mentiras, egoísmo, violencia, injusticia, tanto personal como estructural y colectivo. Pidamos, pues al Espíritu Santo que nos de sabiduría, para hacer todo bien conforme a las exigencias de la voluntad de Dios. Sabiduría que no es lo adquirido como conocimiento humano, sino el conocimiento divino como ciencia infusa.


martes, 3 de junio de 2014

Completo mi carrera, y cumplo el encargo que me dio el Señor Jesús.


Las lecturas de hoy nos muestran el sentido estricto del cumplimiento de la misión encomendada. Nuestro Señor Jesús cumple a cabalidad la misión conforme a los planes de Dios y san Pablo el anuncio encomendado por el Maestro. Para ello, como podemos verlos, no es fácil, siempre abra opositores y quienes resientan molestos porque siempre los criterios de Dios, no son los nuestros; sin embargo Dios da la fuerza necesaria para anunciar sus criterios por la salvación de las almas, a las que Dios tanto ama, pero son ellas mismas que se oponen por la complacencia de su estado en la materia. Para aquel que tenga la valentía de anunciar la salvación, a pesar de nuestra miseria y pecado, Dios le da la paz interior, mientras que el mundo habla de otro tipo de paz y así se la figura, porque no conoce la verdadera paz providente.

El cumplimiento de la misión conlleva riesgos, cansancio y oposición. Por tanto para el anuncio se requiere valentía, entrega y fidelidad. Valentía para sobreponerse a los que quieren las cosas a medias, con relativismo cómodo. Entrega, que no es lo mismo que entusiasmo de un día, que puede provocar el aplauso y un reconocimiento efímero. La entrega de toda la vida tiene la eficacia del grano de trigo enterrado, que germina para dar fruto. La fidelidad. Que lleve a decirnos a nosotros mismos como dice san Pablo, Lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es gracia de Dios.

Nuestro Señor Jesús nos dice en el pasaje de las bodas de Canaán, “aun no ha llegado mi hora” pero ahora después de la misión cumplida, nos dice “ha llegado la hora” hora de la glorificación y de la eficacia máxima. En este discurso de despedida con una oración de petición y para dar gloria al Padre por sus discípulos de todos los tiempos. Ellos seguirán en el mundo pero no son del mundo, como tampoco lo es el Reino de Dios; serán vistos como soberbios, como extraños en el mundo, y por ello mismo su presencia resultará turbadora y amenazante para los criterios, complacencias y tendencias; para los sistemas de opresión y dominación y toda conducta adoctrinada por el maligno para la perdición de las almas.