sábado, 31 de agosto de 2013

Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor


El empleado al que su amo expulsó a las tinieblas exteriores no era un inútil. El amo sabía de sus capacidades, porque lo conocía y le confió lo considerable para trabajar y acreditar. Llevado a lo que quiere el Señor de nosotros, podemos destacar que Dios es quien nos concede los dones, los talentos, facultades, destrezas. Nos conoce muy bien porque nuestro espíritu y alma son hechura de sus manos y por orden natural nuestro cuerpo. Dios ha querido para cada uno de nosotros una misión y por tanto nos ha dotado de lo necesario para cumplirla. Pero nosotros con el transcurrir del tiempo nos apropiamos de lo que nos ofrece el mundo y dejamos de lado lo importante, los dones (virtudes) para el servicio que el Señor nos ha confiado.

Dios nos ha hecho libres, sostiene nuestra existencia, nos ha dejado el mundo para nuestro provecho. No nos abandona pero respeta nuestra libertad; libres para desarrollo del verdadero yo y para obrar en conformidad y con diligencia, para hacer rendir los dones naturales y las gracias sobrenaturales recibidas de Dios. Pero llega el día de rendir cuentas, de hacer un balance general de nuestra fidelidad y cumplimiento durante la vida terrena. “… la fe, la esperanza y la caridad; pero la más excelente de todas es la caridad” (1Cor13, 13)

Para la mayoría la idea misma de lo que acontece después de la muerte produce terror; se piensa más en la condenación y no en la victoria de la justicia y de Dios. Esa idea terrible es el sentimiento del alma que se pregunta: ¿Qué hemos hecho de todas nuestras posibilidades?, siente qué hemos quedado cortos ante la fe de Dios en nosotros y que hemos podido frustrar sus esperanzas, siente que nosotros no hemos sabido aprovechar el tiempo, se queja de nuestra negligencia, nuestra omisión, nuestra falta de compromiso y servicio, se queja porque no hemos sido capases de vencer los miedos para obrar con valentía. “Quien entre vosotros quiera llegar a ser grande, que sea vuestro servidor” (Mt.20, 26). Nuestra mediocridad se refleja en: el poco compromiso, el poco amor que sentimos por nuestros semejantes, la poca generosidad, la poca interiorización en la oración. «Creo, Señor; ayuda mi incredulidad» este clamor quizás este en desuso para nosotros en estos tiempos.


viernes, 30 de agosto de 2013

Esto quiere el Dios de vosotros: una vida sagrada


La santa Palabra hoy nos dice sobre un “Novio” y “un banquete de bodas”. Por tanto ese novio debe haber sido conocido, debe haberse establecido una relación personal con él. Aún más, debe haber suscitado conversaciones, puntos de vista, aclaraciones, en fin un conocimiento mutuo. Y para el banquete de bodas ha de hacerse una serie de preparaciones previas. Debe haberse tomado ciertas consideraciones, en fin estar listos para ese momento. Esto en cuanto lo visible, pero también acontece en el interior de cada uno de los esponsales, una comunicación espiritual permanente movidos por el amor, que no puede ser una teoría ni meras intenciones.

Ahora bien, en cuanto a lo que quiere transmitirnos el Señor es que debemos tener un encuentro personal, para establecer una amistad duradera, para ello juega la fidelidad, la lealtad, la honestidad; y una relación espiritual permanente y sincera. Esta relación con Dios es una preparación, un discipulado que no puede ser sino mediante su doctrina; y para solución de dudas o aclaraciones, Dios lo hace por medio del dialogo personal. Todo esto con el propósito de que cuando llegue el día del banquete de bodas, podamos estar preparados para todas las circunstancias a fin de no ser sorprendidos con la lámpara apagada y la alcuza sin aceite. Sería una falsa seguridad pensar que todo lo tenemos asegurado por el hecho de llamarnos cristianos.

Tampoco interpretemos que el Señor es un ser lejano, que no sabe nada de nosotros. Al contrario por su poder y por su amor hace presencia en cada momento, nos habla a través de su Palabra, y que a cada instante él nos está interpelando para que asumamos con verdadera perseverancia el compromiso de ser sus invitados. Quiere que pertenezcamos al grupo de las “sensatas” con nuestras lámparas encendidas con la luz que ilumina el camino de todos los que buscan a Dios. Es una invitación extensiva a todos los bautizados, gratuita pero para ganarla se requiere de renuncias a las propuestas del mal y hacerse obediente y fiel a las propuestas del bien, a punta de esfuerzo y compromiso.


jueves, 29 de agosto de 2013

Mi boca contará tu auxilio


Juan, fiel profeta, no calla por conveniencias, sino que denuncia. Llamaba a la conversión, a entrar de nuevo en la tierra como pueblo fiel a la Alianza, a ser bautizado en el Jordán para recibir el perdón de sus pecados, a servir por fin al Señor “con santidad y justicia”. Por su comportamiento a Herodes lo alcanzó su denuncia, como gobernante no estaba por encima de la Ley. Juan Bautista no podía hablar de justicia sin reprochar a Herodes su infidelidad. Además, A lo largo de la Biblia los profetas señalan la responsabilidad especial de quienes detentan el poder: los que guían al pueblo deben ser ejemplo de rectitud.

La persona que está en pecado se hace servidora del mal, porque carece de la protección de Dios, esta se ha aislado de la presencia de Dios, sin embargo Dios siempre espera a aquel que se ha alejado, lo recibe como hijo (prodigo) porque Dios es el Padre amoroso de todos. Pero desafortunadamente todos no deciden dejarse amar por nuestro Padre celestial, optan por caminos que cada vez más lo alejan de Dios, van sumando oscuridad a las tinieblas, haciéndose esclavos del pecado, sin paz y sin sentido.

Como siempre, quien denuncia a los poderosos, como el caso presente se juega la cabeza. Hoy la Iglesia recuerda a san Juan Bautista, como el testigo de la luz, como el amigo del esposo, como el mayor de los nacidos de mujer, como el vindicado y vivificado por Dios. Precisamente en la primera lectura se narra su vocación de profeta. “Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte” – de la muerte eterna.


miércoles, 28 de agosto de 2013

Señor, tú me sondeas y me conoces.


En este día, también, la lectura del santo Evangelio, nos habla sobre las denuncias que el Señor hace a los fariseos, pero esas denuncias son también actuales para nosotros los católicos; no por pretender ser duro, sino porque tenemos mucho de fariseos. Nuestro comportamiento tiende a ser cambiante, según nuestras conveniencias o auto-justificaciones, mas no según las necesidades y responsabilidades. Nuestro Señor Jesús con sus denuncias no pretende abolir la doctrina de la Ley enseñada, sino que sea purificada y llevada a su plenitud. “El que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos” (Mt. 5,19). Esta responsabilidad hoy es más fácil de cumplir por haber más argumentación, pero al mismo tiempo más difícil por el medio en que nos movemos y por la complacencia de las sensaciones; esto hace difícil hacer el bien sin pasar por encima de la injusticia y el amor. “si obrando el bien soportáis el sufrimiento, eso es agradable a los ojos de Dios.” (1Pe.2,20)


Los cristianos debemos servir con humildad “Que el mayor entre vosotros sea vuestro servidor. El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado”(Mt.23, 11-12). La razón es porque trabajamos por el Reino de Dios que se nos ofrece a todos, no como una imposición, sino por amor y el amor es mayor atributo de Dios. No para ostentar títulos sino para hallar la gracia. Rabí, padre y doctor eran títulos honoríficos que se daban a quienes enseñaban la Ley de Moisés. Y nuestro Señor Jesús enseña a no aceptar estos títulos, está indicando que el cristiano debe operar el servicio, no la búsqueda de títulos honoríficos y menos intereses personales. (cf. Mt. 23,

Nuestro Señor Jesús quiere confrontarnos con nuestra propia verdad, para ello hemos de examinarnos y conocernos, hemos de mirar cada uno de nuestros actos para ver nuestra pureza de intención, porque a Dios no lo podemos engañar, Él lo sabe todo - ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Y es por medio del Espíritu Santo que podremos llegar a una mejor perfección. Y dejar de apoyarnos tanto en "el obrero merece su salario" (1Tm.5, 18) entendido que ese salario proviene de Dios y no por el interés en el hermano. Necesitamos que el Señor nos quite el corazón de piedra y en reemplazo uno nuevo puro y un espíritu nuevo” (cf.Ez-36,26) Necesitamos hacer más iglesia, aunque haya menos obras en cemento.


martes, 27 de agosto de 2013

Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.


Continuando con los ay´es o denuncias del Señor, antes contra los fariseos hoy contra nosotros los católicos. Nosotros que nos dejamos llevar por las culturas de nuestras sociedades olvidando principios básicos como la justicia, la verdad, la caridad, el orden, la honestidad; cuando nuestra actitud debe fundamentarse en el cumplimiento del mandamiento del amor. Hoy día cuando nosotros los católicos vivimos una doble postura dependiendo la situación en que nos encontremos en cada momento. Sin coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos.

Aunque hoy día haya personas que se distinguen por delicados detalles de la vida práctica, también las hay en el cumplimiento de normas, deparando una excelente imagen pública; quizás con una considerable tranquilidad de conciencia. Pero no obstante se puede estar manifestando una visión exterior como antifaz, quizás apoyada en la auto-justificación. Pero su interior y su relación con Dios, se pueden aislar en momentos por pensamientos, palabras obras u omisiones. Por ceguera espiritual, sin fe, que llevan a la omisión de la defensa de la justicia, la práctica de la caridad; con una vida entrecortada del mandamiento del amor. En algo fallamos, precisamente porque estamos en medio de este mundo difícil y contradictorio.

“limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno!”. Sería bueno preguntarnos, ¿Cómo es mi relación con Dios? ¿Qué espero de mí y de Dios? ¿Cómo está mi obediencia? ¿Soy consecuente con mi vida sacramental y lo que nos exige el Señor? ¿Qué hago para defensa de la dignidad humana y el cuidado del medio en que nos movemos? (…) y ¿Cómo es mi apostolado para que otros alcancen la debida conversión? No como una carga, no como norma imperante, sino por amor. Como nos dice san Pablo: “no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones.”

El santo Evangelio entre otras es producto de la misericordia de Dios, que nos lo ha dejado como escolaridad para nuestro progreso en lo importante y que nos lleva, también a, hacer lo cotidiano con mayor perfección. Es que nuestra vida en esta tierra es preparación para una definitiva y eterna y ante Dios no puede haber impurezas; la iglesia militante debe caminar con Cristo llevando cada uno su cruz que purifica, y con el Espíritu Santo que da vida, que corrige, instruye y guía.


lunes, 26 de agosto de 2013

¡Ay de vosotros, guías ciegos!


Guiar hacia el mal no es guiar hacia la vida, sino a la muerte. Cundo se está en vida de pecado se tiende al mal, se aconseja lo malo, se guía a la perdición. Un ciego no puede guiar a otro ciego, los dos caerán al abismo. Pero más ciego es quien se deja guiar por quien lo quiere llevar al mal, puesto que en su conciencia hay una advertencia de antemano que le está diciendo que eso es malo. Es el alma que clama el bien y no desea el mal, pero la persona quiere hacer lo que el cuerpo le pide para complacer sentimientos, por vanaglorias, por soberbia. Ante esta opción dice el Señor “Hay de vosotros

Bien hemos sabido y experimentado que el Espíritu Santo que ha venido a nosotros desde el Bautismo y luego en la confirmación por una convicción profunda no solo palabras, como nos lo dice san Pablo. “Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida” la fe en Dios corría de boca en boca, pero ahora con el modernismo se corre de boca en coca es la idolatría, los apegos, las diferentes formas de cometer pecado, para causar injusticia, desorden y perdición. Así no se diga o se oculte somos dependientes de lo material, y relegamos las cosas de Dios. Como que esto le corresponde a otros no a mí, que otros cumplan el apostolado mientras yo me ocupo de lo mío, para mi bienestar y para sobresalir y hacerme visible por encima de los demás, lo que cuenta es mi fama.

No es suficiente saber muchas cosas, falta es saber la verdad y enseñarla con humildad, fidelidad y perseverancia. Nos falta la fe en Dios, nos falta hablar de Dios y nos falta hablarle a Dios de los nuestros; no guiamos a los nuestros, preferimos cualquier otra conversación, menos hablar de Dios a los nuestros. Hablamos de lo fortuito de lo efímero, pero ocultamos lo trascendente. «Guías — dice Jesús— ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello» (Mt 23,24). Hoy día se ven menos niños en los templos, hoy a la misa acuden más los viejos que los jóvenes. Parece no importar la necesidad del Dios que da la vida y que sostiene nuestra existencia todos los dias. «¡Mientras ensalzan su propia bravura, los soberbios envilecen la excelencia de la verdad!». Santo Tomás de Aquino.


jueves, 22 de agosto de 2013

Aquí tenéis a un verdadero israelita en quien no hay doblez.


Hoy la Iglesia conmemora la fiesta de san Bartolomé, Apóstol. Poco se sabe de Bartolomé. “Llevamos siglos identificándolo con Natanael, aunque sin certezas absolutas. Pero nos consta lo fundamental: su condición de discípulo (como nosotros), y de discípulo pecador, perdonado y coherente al final de su camino (ojalá también como nosotros). Pero esa falta de datos no le hace menos apóstol, ni menos relevante que Pedro, Santiago o Juan. Nuestra unidad -tan importante, querida por Dios y objeto de la oración de Jesús- se expresa en diversidad, en variedad de dones, sensibilidades, biografías. Se trata de otra lección que hemos de seguir aprendiendo.

Bartolomé, enséñanos a nacer de nuevo, a dejar que el Espíritu vaya haciendo su labor en nosotros. Fortalece nuestra fe; alienta nuestra coherencia en el amor. Ayúdanos a vivir intensamente unidos al tiempo que acogemos cada día con más gratitud los dones de cada uno”

Al narrar el encuentro de los primeros discípulos y Jesús se señalan varios de sus títulos: Rabbí (Maestro), Mesías (Cristo), Hijo de Dios, Rey de Israel, Hijo del Hombre. El conjunto de todos ellos manifiesta que Jesús es el Mesías prometido en el Antiguo Testamento y reconocido por la Iglesia.

El evangelista destaca cómo el encuentro de algunos discípulos con Jesús se produce por la mediación de quienes ya le siguen. Éste es el apostolado cristiano: «De eso se trata; de llevar a las almas a que se sitúen frente a Jesús y le pregunten: Domine, quid me vis facere?, Señor, ¿qué quieres que yo haga?» (S. Josemaría Escrivá, Hom 1. 149).

Una pregunta porque el Señor escogió a los que quiso? Tal vez no sea la palabra, creo más bien que el Señor conoce de antemano a quien va a llamar. Siendo así, entonces con razón nos ordena que seamos sencillos, sinceros, con rectitud de conciencia, con manos limpias y corazón puro.


Ven esposa de Cristo, recibe la corona eterna.


“En Israel existía la ley sobre el divorcio y estaba en armonía con la diferencia de status que la sociedad concedía al hombre y a la mujer (Dt 24,1).
Jesús no entra en las discusiones de los intérpretes de la Ley; no se entenderá su respuesta si se queda evaluando lo que está permitido o no.
Jesús dice: al principio; es una manera de referirse al proyecto de Dios creador con respecto a la pareja. Jesús se dirige a los que piden a Dios el sentido tanto del amor como del compromiso.

Ya no son dos. Esta re-creación de los que se aman no se hace sin Dios, sino que más bien es como un fruto de la alianza que ya los unía a Dios; la habían aceptado y era de por sí irrevocable. Sea cual fuere la práctica común del matrimonio o de la unión libre, no hay pueblo de Dios sin el matrimonio indisoluble. Esta “ley de Dios”, sin embargo, sólo puede ser entendida por los que han recibido de Jesús el Espíritu; de ahí la reacción de los discípulos.
Según su costumbre, Jesús no trata de excusarse por sus palabras tan exigentes, sino que al contrario toma pie de la queja de sus discípulos para revelar otra vocación más difícil de entender todavía”

El matrimonio es un reflejo del mismo amor de Dios. Pero no todos pueden con esto, según nuestro Señor Jesús. Pues ese proyecto perfecto, por el pecado se echa a pique, por tanto este estado necesita la ayuda divina. No es el hombre por sus propios medios quien pueda conservarlo con dignidad. Lo mismo que otros estados como la soltería, el sacramento del orden y la consagración. Todos vivimos en un esfuerzo continuo y difícil por permanecer en obediencia y es Dios quien nos da la mano y la paz para lograrlo. Pidamos la gracia al Espiritu Santo, nuestro Señor dador de vida.


Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.


La parábola que leemos hoy podemos diferenciar tres situaciones: la primera parte de la parábola nos muestra que Dios ha invitado a su Reino a todos que desde un principio ha llamado y ha considerado sus amigos. Pero estos han cambiado de parecer, se han dedicado a las complacencias del mundo y por tanto se quedan sin tiempo para aceptar la invitación. En segundo lugar manda llamar a todos incluso los forasteros, estos acuden y se llena la sala. Y en tercer lugar no falta quien quiera saltar la cerca del corral, quien quiera entrar al banquete sin las debidas condiciones.

Nadie tiene derecho. Es Dios quien se fija en nosotros, y la invitación hay que acogerla con palabras y hechos. Los que acuden, resultan siendo los beneficiarios del gran banquete, aquellos pequeños por haber puesto su confianza en Dios, los que parecen desapercibidos. Jesús se dirigió a ellos, los encontró en los caminos y muchos respondieron al llamado. Jesús ofrece su banquete a todos por igual; muchos acuden gozosos. Todos somos llamados en todos los tiempos. Pero no todos cumplen las condiciones para sentarse a disfrutar del banquete ofrecido. Ante Dios se cumple o no se cumple y siempre está el peligro de no darlo todo hasta el final; y estas condiciones pasan por una vida fundamentada de acuerdo al Evangelio, para una verdadera conversión, en debida obediencia a Dios, haciendo la voluntad de Dios. Estos requisitos revisten de dignidad, de traje apropiado para el banquete ofrecido por su Rey.

El Rey celebra las bodas de su Hijo, que es Cristo, el esposo (cf. Mc 2,19), el que reúne a la humanidad y la une a su persona. Esta obra grandiosa de reunir a los hombres para luego resucitarlos es la que se va realizando a lo largo de la historia, hasta el día en que todos se sienten a la mesa de los vivos (Is 25,6).


miércoles, 21 de agosto de 2013

Vayan también ustedes a mi viña


En el pasaje de Hoy el Señor quiere mostrarnos o comunicarnos que la generosidad de Dios es inagotable y sin límites. Pero para el creyente contiene reprimendas, difíciles de superar, Jesús conociendo nuestra condición de pecado expone esta parábola para que superemos nuestro egoísmo, el cual se asoma donde uno no quisiera, se sufre una batalla interior, aunque no se diga nada, quisiera explotar porque queremos antepones criterios de justicia.  La lógica de Dios está basada en el amor paciente, generoso y sin límites; desde la óptica de Jesús, la cuestión no se define por el valor de las obras, sino por la gracia del Padre, que da y se dona al mirar los mínimos “méritos” personales.

Pasa en las familias, en medio del trabajo como empleados. En nuestras comunidades eclesiales. En fin en cada conglomerado humano. Porque queremos sentirnos mejor que los demás, con más méritos que los demás, (…) pero que al final lo que verdaderamente tenemos es un montón de soberbia. Y no podemos entender los misterios del amor y la misericordia de Dios.

Siendo estos atributos divinos tan grandes se reflejan muchas vecen en los padres, en los patronos, en los superiores, cuando se manifiesta el perdón y la equidad, ante este cuadro queremos reclamar la tajada mas grande para nosotros. Pero esta actitud egoísta tampoco es nueva, también se dio en los apóstoles, cuando, con relación a Juan, Pedro pregunto a Jesús, ¿y éste qué? (Jn 21, 21). O también cuando san Pablo quiere ir a los pueblos paganos (cf-Hch. 22,22) Como respuesta hoy el Señor nos dice: ¿y si Yo quiero hacer las cosas de esta manera qué te incumbe?, ¿o es que te molesta que Yo sea bueno?, o ¿es que no puedes corregir tu soberbia? A lo largo de la historia Dios ha llamado a trabajar en su viña y seguirá llamando, porque nunca es tarde para acatar el llamado de Dios. Pero Dios quiere que nadie quiera reivindicar derechos a ser tratados mejor que los demás, porque la viña no ha sido encargada en forma exclusiva.


martes, 20 de agosto de 2013

Para Dios todo es posible


«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.» Dios lo dice y nosotros los creyentes ponemos resistencia, casi que apostamos a que Dios no lo puede (flta de fe), para poner solo nuestras fuerzas. Pero bien, este concepto no es del todo equivocado, lo que ocurre es que no está bien enfocado, queremos hacerlo, queremos valernos por sí mismos, como una necesidad de hacer; puesto que quien vive en el ocio, se apoltrona a esperar a que todo llegue sin mover un dedo, esto no vale. Es necesario ser diligentes pero con Dios. Es Él quien nos va iluminando el camino y el hacer de cada día. Nuestra responsabilidad como católicos - comunidad eclesial, consiste en hacer el bien, (vivir para servir) como constructores de paz, de justicia para restablecer la dignidad del hombre, siendo fieles a Dios, reconocerle y darle gracias, que cada resultado sea para la gloria de Dios y no para nuestra vanagloria, con vida sacramental. Dejando de lado la crítica para reemplazarla por la oración. Dejando la omisión para denunciar. Dejar las ambiciones para ser justos. Sentirnos necesitados de Dios para que él pueda actuar. Sentirnos débiles para ver la obra de Dios.

“El poseer, la fama y el poder” van contra la propia persona porque son tentaciones que inflan el ego, y de paso contra la dignidad humana. Causante de injusticias y del incremento de la excesiva pobreza de los demás. Por eso el Señor nos habla del desprendimiento como una condición para experimentar la presencia de Dios desde ya en la vida presente.

Entonces vendrá la promesa de Dios, quien deje todos los apegos de este mundo para encaminarse a hacer lo que Dios quiere, quien opaca su voluptuosidad, para hacer la voluntad de Dios, “recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”. Dios quiere salvar a los hombres, incluyendo a los ricos, pero quitándonos todas las falsas seguridades y limitadas capacidades. No es nuestra fuerza capaz de imponerse a las fuerzas del mal, que vienen como artimañas para alejarnos de Dios.

Son ricos los que poseen los bienes materiales con mezquindad y como única ambición. Esta condición va contra la justicia y la caridad. Pero también son ricos los que se sientes dioses sin Dios, los que se consideran autosuficientes, los que se creen ya salvos. Ahora bien Dios quiere que seamos ricos en virtudes, que son los dones de Dios, los cuales nos habilitan para hacer la voluntad de Dios. Y como paga nuestro Señor Jesús ofrece la garantía de obtener mucho más de lo que se ha dejado “y heredar la vida eterna”.


sábado, 17 de agosto de 2013

Escoged hoy a quién queréis servir


Encontramos en la lectura del libro de Josué, por medio de la predica, la gran asamblea de Siquem; él quiere llevar a su pueblo al reconocimiento de Dios, a sellar un compromiso de seguimiento a Dios, un compromiso de conversión verdadera, a tirar lejos cualquier forma de idolatría. Con una decidida intensión obediente a Dios. Pero dando una mirada a la sociedad de hoy, el mundo entero necesita abandonar toda forma de idolatría y seguir al Dios de la vida, a la persona que nos puede llevar al Reino de Dios tan prometido. Tampoco es lejana esta actitud al pueblo católico, muchos son los que se ponen al servicio de la iglesia, pero esta actividad la asumen como una profesión civil, por un interés meramente personal, con medida y sin hacer algo más de lo que reciben por hacer, es verdad que el trabajador merece su salario, pero también el Señor dijo que lo que se recibe gratis hay que darlo gratis. Y al mirarlo en la práctica, la salvación no se compra, no la dan quienes están al servicio de la iglesia, la da es Dios; pero estas comunidades donde se vive tal condición, se notan marchitas y decaídas.

Los niños, en aquella época, eran marginados sin derechos hasta que llegaban a la mayoría de edad. De ellos es el Reino de Dios; y para entrar en él hay que hacerse como aquellos niños. De algún modo hay que marginarse de las corrientes de la sociedad, salirse de culturas, de sus idolatrías, de sus vanidades, de su soberbia. Es hacerse como niños, sentirse necesitado de lo espiritual, ya que esto no lo poseemos, no se consigue valiéndose del mundo, no se fabrica en el mundo, sino que procede de Dios.

Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí” en medio de su ingenuidad pero que el hecho es que su alma quiere y es llamada por Dios desde pequeños, estos quieren hacerlo pero su mayores pon pretextos se lo impedimos, influyendo así de esta manera sobre la "libertad” se les permite la convivencia social indiscriminada sin darse cuenta los malos ejemplos que puedan recibir, exponiéndolos al juego con la tentación. Y por el contrario, se les impide participar en algunos actos religiosos que ellos, en su conciencia infantil, desearían; no se les permite participación, ni se descubre en ellos vocaciones, virtudes u otras actitudes que permitan la orientación correcta para toda su vida.

El pasaje describe el cariño que Jesús siente por los niños (a los que se hacen como niños). Pero del suceso saca también una enseñanza: el Reino de los Cielos es de los que lo reciben como un niño, es decir, no como algo merecido sino como un don recibido de Dios Padre: «Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños... rezar como rezan los niños» (S. Josemaría Escrivá, Sto. Rosar. prolog.).


viernes, 16 de agosto de 2013

Porque es eterna su misericordia.


Para dar un poco de claridad nuestro Señor Jesús nos lleva al Génesis, «El Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra». En el plan divino, la masculinidad y la feminidad tienen un gran significado y Dios dijo que estaba perfecto. Ignorarlo, es imperfección. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer» Muy claro, que el hombre abandone a sus padres y se una a una esposa y no con cualquiera que desee. «De manera que ya no son dos, sino una sola carne» Esta unión corporal va más allá del acto conyugal, material; se refiere a la nueva vida que por don están desinados los dos a llevar para cumplir el mandato de Dios. Ya este acto esponsal no se debe a una atracción física sino al amor. «Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» Es un don divino, Dios mismo ha unido en matrimonio al hombre y a la mujer. Cuando hay separación se hace únicamente por decisión humana e inconveniente, “Por lo tercos que sois” puesto que si esta unión ha recibido la gracia dignamente, Dios da los medios para superar las diferencias y las preocupaciones.

Es cierto que vivimos en un mundo donde reina el individualismo egoísta, por alejamiento de Dios, por la soberbia y la vanidad. Se ha perdido el sentido de solidaridad, de entrega y de hacer no por si ismo sino por los demás, empezando por el conyugue, dando así, un mal ejemplo de vida para las nuevas generaciones. Por eso se hace invivible cualquier estado del ser humano. Habrá que revaluar profundamente para que no sea una carga insoportable el “hasta que la muerte los separe” si no se profundiza en este sentido se camina en decaída hacia la irresponsabilidad. Olvidándonos de que todos los días le decimos a Dios, “Hágase tu voluntad”

“y se casa con otra, comete adulterio” Sentencia de Dios, que quiere la dignidad personal y colectiva. Pero que para el mundo actual este concepto no importa, porque ante la dignidad que Dios quiere para la familia, el hombre la empuja en picada hacia la vileza y el pecado. «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.» y la respuesta del Señor está llena de sabiduría y amor, aunque alguien quiera tomarlo bajo otro concepto.

El matrimonio es un reflejo del mismo amor de Dios. Pero no todos pueden con esto, según nuestro Señor Jesús. Pues ese proyecto perfecto, por el pecado se echa a pique, por tanto este estado necesita la ayuda divina. No es el hombre por sus propios medios quien pueda conservarlo con dignidad. Lo mismo que otros estados como la soltería, el sacramento del orden y la consagración. Todos vivimos en un esfuerzo continuo y difícil por permanecer en obediencia y es Dios quien nos da la mano y la paz para lograrlo.


miércoles, 14 de agosto de 2013

De pies a tu derecha está la Reina enjoyada con oro de Ofir


“María, signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo peregrinante de Dios. Mientras tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor (cf. 2 P 3,10).

Es motivo de gran gozo y consuelo para este santo Concilio el que también entre los hermanos separados no falten quienes tributan el debido honor a la Madre del Señor y Salvador, especialmente entre los Orientales, que concurren con impulso ferviente y ánimo devoto al culto de la siempre Virgen Madre de Dios. Ofrezcan todos los fieles súplicas apremiantes a la Madre de Dios y Madre de los hombres para que ella, que ayudó con sus oraciones a la Iglesia naciente, también ahora, ensalzada en el cielo por encima de todos los ángeles y bienaventurados, interceda en la comunión de todos los santos ante su Hijo hasta que todas las familias de los pueblos, tanto los que se honran con el título de cristianos como los que todavía desconocen a su Salvador, lleguen a reunirse felizmente, en paz y concordia, en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e indivisible Trinidad”. (Concilio Vaticano II)

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).


Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.


Hoy la iglesia conmemora a San Maximiliano Kolbe, franciscano, mártir y es impresionante su entrega al martirio. Más que el coraje de morir dando la vida por aquel sargento con esposa e hijos. ¡Es la fuerza del perdón! Todos los mártires mueren perdonando, como una experiencia extrema del perdón de Dios para con ellos. Pienso en nuestro mundo en que vivimos hoy, y que difícil se hace perdonar, que difícil llegar a la santidad como don de Dios, por falta del perdón.

En el pasaje del Evangelio de hoy el Señor nos quiere educar mediante la corrección fraterna, con amor, sin superioridades, con discernimiento de las causas y el consejo apropiado. El Señor nos impone un deber que poco se cumple como debe ser. El cristiano al vivir el precepto de la corrección fraterna deja de pensar en sí mismo, en el momento deja sus intereses personales y su buen nombre o cargo. Para poner todo eso en el otro, uniendo todo con Dios. Por mala interpretación y por falta de cultura se omite muchas veces y con esta omisión se causan grandes perjuicios, como ejemplo puede ser el caso de los moribundos, los que ven a sus amigos en el error grave y se omite este precepto, pensando en el disgusto, en el que dirán. Si existen problemas de convivencia. Si decimos pertenecer y trabajar por el Reino debemos abordar el pecado, llamarlo por su nombre. Por el hermano también tiene interés nuestro Padre Dios, porque somos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza. Pero debemos cuidarnos de hacer lo que muchos jefes, cuando éstos excluyen e incluyen, imponen o quitan, juzgan, condenan, declaran la culpa y las obligaciones sin tener en cuenta el amor, la fraternidad, la caridad, la humildad.

« Toda corrección, al momento, no parece agradable sino penosa, pero luego produce fruto apacible de justicia en los que en ella se ejercitan.» (Hb 12, 11). También nuestro Papa emérito Benedicto XVI nos dice: «ES OBRA DE MISERICORDIA.- la corrección fraterna. Ninguno de nosotros se ve bien a sí mismo ni ve bien sus faltas. Y por eso es un acto de amor útil para constituir el complemento el uno del otro, para ayudarnos a vernos mejor, a corregirnos... Naturalmente, esta gran obra de misericordia de ayudarnos los unos a los otros... exige mucha humildad y amor. Sólo se conseguirá si viene de un corazón humilde que no se pone por encima del otro, no se considera mejor del otro, sino sólo instrumento para ayudarse recíprocamente»


martes, 13 de agosto de 2013

“Deben hacerse como los niños”


En la primea lectura encontramos que Moisés llega a ver la tierra prometida pero no la ocupa por mandato de Dios fue privado de esta meta; lo cual se debió a por no haber dado la gloria a Dios, cuando hizo brotar agua de la roca. Y Josué es quien lo hace en compañía de Caleb, quienes fueron los únicos dos que salieron de Egipto, por haber cumplido y dicho la verdad en la misión encomendada. (cf. Números 14,30).De manera que la relación con Dios es de suma seriedad, ya que El cumple sus promesas.

Nuestro Señor Jesús quiere, una vez más, revelar el corazón amoroso de Dios. Y como ejemplo de pequeñez toma a un niño y lo pone en medio. Nuestra pequeñez no es "ser pequeño", sino "hacerse pequeño" y se da cuando nuestro espíritu, por obra de Dios es fortalecido, capaz de dominar el cuerpo. Es decir a medida que nuestro espíritu se hace con Dios, vive la presencia de Dios, el cuerpo empequeñece. Dicho de otra manera cundo ya no son las cosas de este mundo, lo material, lo que ocupa la mente del creyente, ni busca vanaglorias o poder, sino que es el amor que lo mueve a sentir la presencia de Dios, a aceptar al hermano como es, se hace obediente y recibe la gracia para vivir la voluntad de Dios.

Y por ello el Señor nos invita la conversión, a aceptar el reino de Dios. «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» ese cambio debe ser dejar lo que nos aparta de Dios y de los hermanos, para pedir a Dios sus dones Para vivir las virtudes, humildad, obediencia, fe, caridad, compromiso, vida recta, manos limpias y corazón puro(…) los niños también nos pueden dar lecciones para prender lo que Dios quiere de nosotros.

Estamos en este mundo tan contrario a lo que Dios quiere, pero siempre estará la mano de Dios dispuesta a levantarnos cuando caemos, dispuesta a rescatarnos cuando nos perdemos y la respuesta nuestra ha de ser dejarnos amar por Dios. Miremos como en el cielo hay fiesta, el cielo entero, el mundo espiritual se alegra por cada uno que se deje amar por Dios.


lunes, 12 de agosto de 2013

Amarán al forastero, porque forasteros fueron ustedes


En la primera lectura encontramos que por obediencia, Moisés se dirige a su pueblo diciendo: “Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien

Pero ese temor a Dios, en principio no podemos entenderlo como un pánico, horror o terror. ¿Cómo pudiera serlo si Dios es amor? Ese Dios que ha hecho lo visible y lo invisible, el todopoderoso: «se enamoró el Señor de vuestros padres, los amó, y os escogió a vosotros entre todos los pueblos». El temor, visto a ejemplo de la justicia en la tierra, se sabe que la pena o la multa tienen un límite y ya; también además, se pueden negociar y aplicar otros atenuantes según el caso. Pero la justicia divina no es cambiante, porque no es Dios quien impone las penas sino que es la misma alma, por ciencia infusa puede ver con plenitud toda su vida y se da cuenta quien fue y que mereció y se decide sin más. A ejemplo está el mismo lucifer, si el estado espiritual fuese cambiante, ya este se hubiese arrepentido. No lo hace porque afronta su desgracia eterna. No porque sea llevadera sino porque esa fue su decisión que no puede cambiar. En cambio nosotros mientras permanezcamos en la iglesia militante, en la tierra, tenemos la oportunidad de cambiar, (conversión) para ser santos, por mandato de Dios, (cf. Levítico 19,2—Mt.5,48)

Caminando juntos por Galilea, con esa cercanía que el Señor quiere tener con todos sus hijos, el Dios que camina con nosotros, porque existe una relación muy especial entre Dios y nosotros. Les quiere advertir lo que acontecerá con respecto a su dolorosísima pasión, para que no caigan en la falta de fe, en la desconfianza en el temer. Quiere hacer entender que es el único que puede con su sacrificio, redimirnos; que es lo único aceptable para que el poder de la muerte pierda su valentía. Es a precio de su preciosísima sangre que nos ha comprado, por su amor por nosotros, míralo allí suspendido en la cruz.

Luego según el Evangelio. Jesús por su calidad de Hijo, no estaba obligado a pagar aquel impuesto; sin embargo, para que su libertad no ofendiera el sentir común, en este caso como en otros, paga ese impuesto. Pero sobre todo porque no quería llamar la atención por otra causa que no fuera el cumplimiento de la misión, la invitación a la conversión, el anuncio del reino de Dios, la justicia como restablecimiento de la dignidad de la persona humana y el rescate de la esclavitud por el pecado, para obtener la vida por medio de Él. Paga el impuesto por medio de un milagro, quizá en ese momento no había dinero en la mochila de Judas. Quiere el Señor darnos ejemplo como cumplimiento de los deberes sociales y políticos de las sociedades en las que nos corresponde vivir.


sábado, 10 de agosto de 2013

Al que da de buena gana lo ama Dios.


Hoy la iglesia celebra la fiesta de San Lorenzo, Diacono y mártir. Como administrador de los bienes; Los perseguidores de la Iglesia le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia. A lo cual responde: “Mandad venir conmigo gente con carros para llevaros los tesoros de la Iglesia.” Le dieron unos carruajes y los cargó de los pobres y se presentó ante los jefes: “Estos son los tesoros de la Iglesia.” En tal virtud le costó el martirio.

En lectura que nos ofrece san Pablo, sobre la caridad podemos decir que esta virtud es como una siembra con sentido cristiano. El gesto humano se amplifica y de este acto se obtiene por gracia una buena cosecha; porque la obra material se hace al hermano pero la intensión lo espiritual se hace a Dios y Él no se deja ganar en generosidad.

Según el Evangelio de san Juan, hoy el Señor insiste con una semejanza de grano de semilla si no cae en tierra, seguirá siendo grano, pero si cae en tierra, nacerá, crecerá y dará fruto. Resucitara y con Él su iglesia. Asimismo indica que esa será la opción de toda vida que busca su plena realización. Nuestro Señor Jesús moriría pero con su resurrección nacería, crecería y daría fruto su iglesia universal. Y para nosotros, también ya que si no morimos a nuestras malas conductas no nacerá en nosotros la gracia, los dones y por tanto no daremos frutos para agradar a Dios.

En aquellos momentos ya entrado en la semana de su dolorosísima pasión, no quiere engañar a nadie, es manifestación de su amor por la humanidad entera, por tanto nos revela donde está el secreto de la verdadera vida. “El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna” aplicable a esta máxima del Señor, “El que no vive para servir, no sirve para vivir.” (Madre Teresa) la preocupación por sí mismo en lo material debe tener un equilibrio mayor hacia el servicio sin interés, y aun mayor hacia el mismo sentimiento de Dios, que todos se salven que nadie se pierda. “Se derrumbará el que no tiene alma recta, pero el justo vivirá por su fidelidad” (Hab 2:4)

El Señor llama todos a servirle, ¿Por qué tanta resistencia a seguir al dueño de todo? Quizás por no tener que renunciar a los placeres y sentimientos del cuerpo, por falta de fortalecimiento de nuestro espíritu. “El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.” Ahora bien, que nos mueva tampoco solo el interés a las promesas de nuestro Dios amor, sino por el amor que le debemos por gratitud al dueño de todo lo visible y lo invisible.


jueves, 8 de agosto de 2013

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón".


“Hermanos, cuando se trata de cumplir con mi deber de obispo, descubro que soy débil y cobarde, cargado con la fragilidad de mi propia condición, cuando, en realidad, deseo actuar con generosidad y valentía. Con todo, mi fuerza viene de la intercesión del Sacerdote supremo y eterno, semejante a nosotros pero igual al Padre, que se ha abajado en su divinidad al nivel de la humanidad y ha elevado la humanidad al nivel de Dios. Encuentro un gozo santo y justo en las disposiciones que él ha tomado. En efecto, si bien ha delegado en numerosos pastores el cuidado de su rebaño, no ha abandonado el pastoreo de sus amadas ovejas. Gracias a esta vigilancia fundamental y eterna, he recibido yo a mi vez la protección y el apoyo del apóstol Pedro que no abandona su función tampoco. Este fundamento sólido sobre el que se construye todo el edificio de la Iglesia, no dejará que se derrumbe la fábrica del edifico que descansa sobre él.

No desfallecerá nunca la firmeza de la fe por la que el primer apóstol fue alabado por el Señor. Del mismo modo que todo lo que Pedro confesó acerca de Cristo permanecerá, permanecerá también lo que Cristo prometió a Pedro... La disposición querida por la verdad de Dios permanece. San Pedro persevera en la firmeza que ha recibido; no ha abandonado el gobierno de la Iglesia a él confiada. Así, hermanos míos, lo que Pedro obtuvo por su profesión de fe, inspirado por Dios Padre, es la firmeza de una roca que ningún poder podrá jamás hacer perecer. En la Iglesia entera, Pedro dice cada día: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo
”. (Mt 16,16)” (San León I el Magno)

Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” -- En el evangelio de Mateo, encontramos hoy la autoridad que nuestro Señor Jesús delega a su única Iglesia en cabeza de Pedro y por sucesión, por imposición de manos, desde él hasta el último sacerdote de hoy. Es dotación para su iglesia católica, la única que contiene las lleves del cielo. Pedro recibe ese don del Señor a pesar de sus defectos, pero perdurara en el tiempo, a pesar de las acciones del maligno que se vale de los pecadores para arremeter contra ella, a pesar también de los defectos de sus consagrados, tienen la facultad de “atar y desatar”, como testigos de la divina gracia de Dios.


martes, 6 de agosto de 2013

El Señor reina, altísimo sobre la tierra.


Hoy la Iglesia conmemora el misterio de la transfiguración de Jesús, en el monte Tabor. Tiene significados que aún no comprendemos por simple razonamiento. Pudiéramos decir algo sobre el porqué el Señor solo tomo a tres de sus discípulos. Porque quiso ir solo con tres a orar en ese monte. Porque debió acontece la transfiguración en la sima de un monte. Porque pide el Señor, silencio de lo que han contemplado. Y los sucesos entre los demás discípulos mientras este acontecimiento. Pidamos al Espíritu Santo que nos de su luz.

Los discípulos acompañantes, mientras suben, debe estar pasando por sus mentes aquellas palabras del Señor y quizás no llegan a comprender que significa cargar con la cruz o perder la vida para ganarla. En la cima del monte y de acuerdo a los acontecimientos los discípulos no acatan que decir o hacer, quedan maravillados y casi mudos, solo Pedro quiere interpretar la gloria vista, por tal se le da por decir «Maestro, qué bien se está aquí.» para nosotros hoy no es necesario pasar por esta experiencia para declarar que Jesús lejos de ser un impostor, sino el Mesías anunciado. Mientras los sucesos en la montaña, los demás discípulos pasaban por momentos de falta de fe.

Sobre la Transfiguración nos dice el Catecismo 555: Por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra también que para "entrar en su gloria" (Lc 24, 26), es necesario pasar por la Cruz en Jerusalén. Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios en la Montaña; la Ley y los profetas habían anunciado los sufrimientos del Mesías (cf. Lc 24, 27). La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo actúa como siervo de Dios (cf. Is 42, 1). La nube indica la presencia del Espíritu Santo: "Apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa" (Santo Tomás de Aquino, S.th. 3, q. 45, a. 4, ad 2)

Además de la figura de estos dos notarios del Reino, se escucha la voz divina "Este es mi Hijo amado" y que ordena “escuchadle”. Es decir hacer su voluntad, contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo. ¡Cuánto tiene que hacer Dios para que le creamos! Sin embargo Dios sabe de nuestras limitaciones por nuestro pecado y nuestra compenetración con lo material, condición que nos impide inmiscuirnos en lo espiritual, en lo trascendente. Por tanto tiene que dejar ver su gloria, su amor y su poder, para que tengamos fe y por ella, reconocer los atributos del Dios creador de todo, dueño de todo, que sostiene toda su creación, el Dios amor inagotable que merece toda nuestra alabanza por lo que es y lo que hace nos sirve para creer y para convertirnos. Y es por acción del Espiritu Santo, de lo contrario queda en nuestra mente como una bonita historia.

El prefacio de la misa de hoy dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo anunciado su muerte a los discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y, teniendo también la Ley y los profetas como testigos, les hizo comprender que la pasión es necesaria para llegar a la gloria de la resurrección».


lunes, 5 de agosto de 2013

Dadles vosotros de comer


La compasión, sentimiento muy propio de Dios, ayer, hoy y siempre. Siente compasión del pueblo de Israel sometido a la esclavitud de los egipcios, prefiguración de la esclavitud que padecemos hoy por el pecado. Dios les otorgo alimento allí en las tierras áridas; pero este pueblo quiere vivir del pasado, añora lo que comían antes. La conversión para nosotros tampoco es fácil, creemos estar siguiendo los pasos del Señor, pero sin dejar del todo lo de antes. vivimos del Señor y ponemos nuestra confianza en lo material.

El pasaje del Evangelio, hoy nos trae uno de los milagros del Señor, más significativos. El señor se hace el que se aleja pero sin que lo reconozcamos él está permitiendo un encuentro personal porque siente compasión de nosotros, Él es el único que puede curar, sanar, liberar y alimentar. Pero quiere también que sus seguidores vivan y actúen con fe, les dice a sus discípulos: “dadles vosotros de comer”. Se preguntarían muchas cosas y se les ocurre contestar que solo hay dos peses y cinco panes, con esto como se va poder alimentar a tanta gente. El Señor opera con señales para dejar el ejemplo, levanta la mirada al cielo, para dar gloria al padre y actúa. Comieron todos y sobro.

Estos pocos panes y peces representan la escases y nuestras limitaciones, lo poco para los desatendidos, el egoísmo, la avaricia a la margen de los sectores empobrecidos. Pero Dios saca panes de lo invisible, de lo imprevisto para saciar a quien acude a su encuentro. Allí aquel día de la multiplicación de los panes y peses, había acudido un número considerable, pero cuantos se quedarían sin asistir para ser atendidos por el "Dios con nosotros".

Cuantos nos quedamos sin la atención que el Señor quiere dispensarnos hoy día. Quizás preferimos la cultura del pasado, ponemos la mirada atrás en vez de ir con la mirada fija en quien es el “camino, la verdad y la vida”. Cuantos desatendemos la ordenanza del Señor: “dadles vosotros de comer” al incumplir la misión, por falta de misericordia, por falta de amor; sabiendo que a pocos pasos encontramos al necesitado, no solo del pan material sino con más apuro, del pan espiritual por ser el más necesario, es el que da la vida. Misión y eucaristía: “Si con el don del Espíritu Santo en Pentecostés la Iglesia nace y se encamina por las vías del mundo, un momento decisivo de su formación es ciertamente la institución de la Eucaristía en el Cenáculo" (Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia)


sábado, 3 de agosto de 2013

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben


La historia de la decapitación de Juan el Bautista, acto de injusticia causado por la alevosía que causa el licor, la soberbia que habita en la mayoría de los mandatarios. Pero más adelante la palabra nos revela el peso de la conciencia que causa el pecado en el interior del pecador, manifestado en este caso, al confundir Herodes la persona de Jesús con Juan el que había hecho decapitar, aunque se hubiese entristecido en principio, pudo más la fuerza de la soberbia para hinchamiento de su fama y su poder.

En cierto modo, Juan tiene un parecido a Jesús. Humanamente “No ha nacido nadie más grande que él” (cf. Lc.7, 28). La muerte de Juan, igual que la muerte material de Jesús, tiene un contenido de injusticia, pasan por un encarcelamiento impune, sufren un "proceso" trucado y ambos suscriben con su sangre la verdad de Dios.

La creencia de Herodes revela una mentalidad limitada capaz de suponer que un muerto reviva en otra persona con poderes extraordinarios, posiblemente este creía en la reencarnación; hecho que es plenamente desligado de las cosas de Dios. Sus abusos de poder no solo por la decapitación de Juan, va mucho más allá; por tanto son también signos típicos de un dictador sin escrúpulos parecido a los que vemos hoy día en nuestro mundo; que llegan a ocupar curules con artimañas, para luego adueñarse de las vidas y de los bienes del su pueblo subyugado; auto justificando sus actos soberbios con argumentos de sanas razones.

Lo malo no es que hayan poderosos injustos, lo más grave es que nosotros, el pueblo, somos muy injustos y corruptos: Muchos tratamos de comprar conciencias; comulgamos con quienes cometen en muchos casos, incuso delitos; el mal lo hacemos gravoso en el que menos tiene y hasta lo justificamos el de los que tienen dinero; nos sentimos cómodos con el hedonismo, el relativismo, y otras culturas modernas; y los más sanos en algún momento robamos la señal de tv. Tratamos de echarles la culpa a los demás y no nos miramos por dentro. Entre otras cosas, esto nos hace incapaces para trabajar por la justicia, por la unidad y por el Reino de Dios en nuestros corazones. Ojalá fuésemos capaces, a ejemplo de Jesús y Juan Bautista, de denunciar el mal y proponer las bases de un mundo donde se practique la justicia y el amor. “El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.”



viernes, 2 de agosto de 2013

“¿No es éste el hijo del carpintero?”


“se negaban a creer en él” se preguntaban de dónde le viene tanta sabiduría y el pode de hacer milagros. Es normal también para nosotros dudar de alguien que hemos conocido en nuestro medio y de un momento a otro se convierte y empieza a recibir la gracia de Dios, donde se manifiestan en esta persona cambios, incluso en su semblante. Nosotros queremos que todos sean como somos nosotros. En el caso de Jesús, no solo por lo que decía y hacia, sino también por su comportamiento de profeta y para quien es fácil que de ahí de una persona que se ha conocido desde pequeña puede llegar de momento a ser un profeta, es difícil que haya fe en estos casos: por tanto el Señor dice: ¿Por qué un profeta "sólo es despreciado en su patria y en su casa"? en definitiva como casi todo el pueblo de Israel no supo entender que quien estaba en medio de ellos era el Mesías.

"¿De dónde saca eso?" por condición humana pensamos que lo que es imposible para nosotros nadie de nuestro entorno lo puede hacer y en el fondo, soñamos con fenómenos extraordinarios. Necesitamos imaginar que los buenos son siempre los desconocidos, aquellos cuya vida concreta y limitada ignoramos y los idealizamos fácilmente, aunque sepamos de donde vienen no sabemos para donde van ni de sus intenciones. De ahí que el maligno al conocer nuestro comportamiento, no le convenga mostrarse ni definir las consecuencias del mal que general, del odio que irradia y de la desgracia que lo atormenta. En cambio Dios se ha definido como el amor, la vida, la paz, en fin todo lo bueno. Pero nosotros podemos caer en la tentación de relativizar sus propuestas de camino, la verdad y la vida.

Otro día hicieron presencia su Madre María y otros familiares y el Señor expresó: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre.» (Mc. 3, 33-35) La vida en la voluntad de Dios, supone un parentesco con nuestro Señor Jesús y tiene una connotación más estrecha que el parentesco natural de sangre; nuestro Señor Jesús quiere exaltar el Reino por encima de las características de la unión por la carne y la sangre de la familia terrena. Y en lo que respecta a la santísima Virgen, quien más que ella puede ser modelo de vida en la voluntad de Dios. Y por tanto descubrimos que para este fin es ella nuestra mejor intercesora para este fin.


jueves, 1 de agosto de 2013

¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!


El final del capítulo 13 de san Mateo, nos habla también del final de nuestra vida terrena y es una ilustración que el Señor nos hace para entender lo que viene después de abandonar este mundo material, es una esperanza y también una exigencia, el poner en práctica todo lo que Jesús nos enseña. Si es que queremos ir al cielo a gozar de las promesas de Dios, a gozar de su presencia eterna, donde ya no hace falta nada más, entonces es primordial acoger la propuesta del Señor con decisión, con valentía, porque no es fácil, es necesaria la ayuda divina porque no podemos solo con nuestras propias capacidades. Si se tratara de una lucha entre personas optaríamos por estrategias inteligentes, por la fuerza o el poder; pero se trata de un combate espiritual, porque en esencia somos seres espirituales que ocupamos un cuerpo natural y por tal temporal.

Fijémonos en la parábola, la pesca es la acción del reino como oferta a todos, a semejanza del “trigo y la cizaña”; con un final donde seremos separados unos de otros, seleccionados por obra divina según nuestra conducta, actitud obediente, el ejercicio del amor y la aceptación de la voluntad de Dios. Para los que no optaron por la purificación, “Allí será el llanto y el rechinar de dientes” para muchos suena como una catequesis “terrorista”, pero el Señor quiere advertimos para que no seamos como las “vírgenes necias”. Otros pensaran que es una alegoría, pero no, aparte de muchas otras cosas, es muy real, tal cual. Dios se ha dignado revelarlo a ciertas personas, quienes han dado testimonio de ello.

Con nuestra buena aptitud para el reino divino, alentados por la esperanza y decididos a permanecer fieles a Jesús, entonces sernos parte de la buena pesca y seremos puestos en el lugar que Dios tiene preparado para cada uno, de lo contrario quedaran estos sitios vacantes para unos próximos y estas estancias serán colmadas así Dios tenga que sacar de las piedras, hijos de Abrahán. (cf.Mt.3, 9).

es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo” Jesús no se desliga del Antiguo Testamento y se hace presente con toda su doctrina, servicio y ejemplo para dar claridad a lo confuso. Lo antiguo trasmitido por hombres y lo nuevo trasmitido por el Unigénito de Dios se hace más claro para que todos lo veamos como una realidad y no como un sofisma. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Jn.14, 6). Por su inmenso amor Jesús quiere que seamos de su familia (Mt.12, 50) y para complementar leamos el capítulo 25 de san Mateo, desde el versículo 31 hasta el final.