viernes, 30 de mayo de 2014

Dios es el rey del mundo


Cuando se leen las Epístolas de san Pablo se las encuentra siempre llenas de la presencia de Jesús. Su nombre está en cada página. ¡No era simplemente una "manera de hablar"! Pablo y Jesús vivían juntamente. Continuamente se comunicaban uno al otro. ¡Una oración incesante, dirá un día! (Rm 1,9) La iglesia primitiva tenía la convicción, estaba convencida de la Presencia de Cristo y esto formaba su fuerza. En las dificultades cotidianas se agarraban a esta certeza. Y por tanto el Señor les animaba, «¡No temas!» «¡Estoy contigo!»

Al reflexionar caemos en la cuenta de que para nosotros hoy día nos falta más convencimiento para poder manifestar un sentimiento puro y testimonial a la hora de transmitir el mensaje evangélico. Nos falta hacer más oración, mas comunicación con Dios. Danos también, Señor, esta seguridad.

Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría” dice el Señor. “Al ir iban llorando, llevando la semilla” ¿Van a llorar siempre? Ciertamente no: “Al volver vuelven cantando, trayendo sus gavillas” (Sal 125,8). Y tendrán razón de alegrarse porque traerán gavillas de gloria. Pero, me diréis, eso no llegará hasta el último día, cuando la resurrección, y la espera es muy larga. No perdáis el ánimo, no cedáis a estos infantilismos. Esperando, recibiréis “las primicias del Espíritu” (2Co 1,22), suficientes para sembrar desde hoy en el gozo. Sembrad en justicia, dice el Señor, y cosecharéis la esperanza de la vida. Ya no os envía al último día, en el que todo os será dado realmente y ya no sólo en esperanza. Os habla del presente. Ciertamente, nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita, cuando empezará la verdadera vida. Pero la esperanza de un gozo tan grande no se puede dar sin gozo ya desde ahora.” ( San Bernardo)


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