miércoles, 7 de mayo de 2014

Aclamen al Señor, tierra entera.


A partir del sacrificio de Esteban, se nos narra que se desato una desbandada, y uno de los prófugos es Felipe. Sus acciones evangelizadoras se parecen a las de Jesús: De muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Hoy igual, son muchos los enfermos que son curados por obra de Dios, también son muchos los que por un momento de reflexión al cambio a dejar su vida de pecado, movido por la angustia que inspira su alma, se manifiesta la presencia de espíritus demoníacos y es por medio de un fuerte deseo de conversión como se logra la verdadera liberación por obra de Dios. El alma con vida de pecado,(muerte) espíritus del maligno habitan en ella; y es por medio de la conversión que los espíritus debe abandonar este aposento, pero estos pueden dejan en la persona muchas secuelas, que solo Dios las puede curar. “Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna enteramente.”

El pasaje del Evangelio nos presenta los misterios de Dios, los misterios de la salvación. Es por medio de Dios que nos podemos salvar, pero se requiere nuestra obediencia, con fe y acción. Lo supimos que empezó en las costas de Haití una manera de supervivencia degradante, los desposeídos debían comer tierra con aceite y sal. Si la humanidad sigue engreída por el individualismo, el consumismo, el relativismo y la indiferencia, este fenómeno se puede propagar. Si Jesús no es el Señor de nuestras vidas las consecuencias son fatales. Se nos hace difícil creer que Dios es providente.«Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed." -- "Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».

¿Dónde encontráis la alegría de amar? En la eucaristía, la santa comunión. Jesús mismo se hizo "pan de vida" para darnos vida. Noche y día está allí. Si vosotros realmente queréis crecer en el amor, volved a la eucaristía, a esta adoración. En nuestra congregación, teníamos la costumbre de tener la adoración una vez a la semana durante una hora; después, en 1973, decidimos tener la adoración cada día durante una hora. Tenemos mucho trabajo; por todas partes nuestras casas para enfermos y moribundos indigentes están llenas. Pero a partir del momento en que comenzamos la adoración cada día, nuestro amor por Jesús se volvió más íntimo, nuestro amor por cada uno más benévolo, nuestro amor por los pobres más compasivo.” - Beata Teresa de Calcuta (1910-1997)


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