miércoles, 31 de octubre de 2012

vendrán de oriente y de occidente y del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.


Nos dice san Pablo que el cuarto mandamiento tiene vigencia hoy como en antes y en el futuro. Y que este mandamiento ocupa el primer lugar en referencia al prójimo (cfr. Col_3:20s). El amor a los padres ocupa el primer lugar. (cfr. Eclo 3). Los padres tienen deberes correlativos para con los hijos, como es la educación con principios cristianos, dándoles la corrección que les daría Dios mismo. Luego nos habla de esclavos, no los hay hoy, pero si hay empleados y como tal nos exhorta a trabajar con servicio agregado, mas de lo que le paguen por hacer, con sencillez como siervos de Cristo que se santifican haciendo la voluntad de Dios por este medio y conscientes que la mejor paga viene de Dios, según el bien que haya hecho. También enmarca a los patronos con deberes correlativos no esclavistas, teniendo a Dios como Jefe Supremo y que no hace acepción de personas.

“¿son pocos los que se salvan?” Para Jesús la pregunta está mal esbozada: hay que procurar ser salvado. Y lo dice de tal manera que cambia el sentido de las palabras. “Esforzaos para entrar por la puerta angosta” (conversión). Para eso implica volvernos pequeños ante el cumplimiento de la Ley de Dios, (perseverancia). Esta salvación no consiste en sobrevivir a una prueba, sino en alcanzar la madurez espiritual y cumplir la misión que se nos ha encomendado en el mundo. Lo cual involucra que hay mucho por aportar desde nuestras capacidades y posibilidades para nuestra propia salvación, entendida como una dimensión nueva de la vida que hay que comenzar a construir en el día a día. Para que cuando llegue el “día” estemos listos y podamos entrar; en la perspectiva de Jesús, cuando entre el Anfitrión cerrara la puerta y podríamos quedar fuera, por no tener el traje de fiesta donado para el evento; por haber creado una falsa seguridad en el materialismo pensando ser los primeros.

Cristo dice que él es el camino de la salvación. Sin haberlo visto Dios nos ha puesto en este mundo para una vida temporal, para pasar una prueba, para cumplir una misión, con fe, con amor y fidelidad a quien nos ha dado esta vida, lo cual lograremos de la mejor forma con la ayuda del Espíritu Santo. (cf. Jn. 14, 6). Quiere decir que culminada esa etapa no sabemos por si mismos como podemos regresar al origen. Pero Jesús va adelante trazando nuestro regreso por el desierto de esta vida, con la manifestación de su divina providencia. (cf.1 Jn. 2, 2). Dios no quiere nuestro extravío, quiere que sigamos las huellas de Jesús que nos conducen a la salvación. Dios no quiere que alguno perezca, sino que todos se conviertan» confrontar (2Pe 3,9). (I.a Tim. 2, 4- 5) (Hechos 4,12) (Catecismo I.C. 815-822)


No hay comentarios:

Publicar un comentario