viernes, 26 de octubre de 2012

Éste es el grupo que viene a tu presencia


El tiempo al que se refiere nuestro Señor no es el que cuenta los días las horas y los minutos, sino como este instante, esta hora, este día, para aprovecharlo en medida de crecimiento trascendente. (El griego “kairós” no el “kronos”). De ninguna manera para quedarse en la inmanencia, lo mero natural y de la razón. Sabemos que el hombre proviene de Dios y esta predestinado para regresar a Dios, aunque no lo veamos debido al pecado, es por fe. El hombre aunque puesto en medio de la naturaleza, por gracia de Dios ha sido predestinado a la trascendencia, a regresar al origen. Dicho con otras palabras podemos ver lo que ocurre en el cuerpo natural mas no lo que en el cuerpo espiritual trascendente.

De esta manera entendemos como nuestro Señor quiere que en todo momento estemos vigilantes para no caer en la enemistad con Dios y si caemos debemos permanecer y perseverar en la conversión, con la mirada en el Salvador, sin dejarlo para mas tarde. Estamos en marcha hacia el juicio de Dios, es como ir ante las autoridades; por lo tanto, es momento de reflexionar como esta nuestra conciencia desde el punto de vista trascendente, como va mi administración de los talentos donados y como va mi capacidad de entrega, de abandono de renuncia al pecado, al demonio y sus obras. No perdamos este momento oportuno para hallar nuestra salvación creyendo y obedeciendo a Cristo; mediante las ayudas que El mismo nos ha deparado.

Muchos de los que escuchaban a Jesús pasaron de largo el tiempo, la ocasión única en la historia de toda la Humanidad. No vieron en Jesús al Hijo de Dios. No captaron el tiempo, la hora de la salvación. Para nosotros es igual, Dios es un eterno presente; el momento para nosotros es lo mismo. El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes (n. 4), “Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas”. No para conformarnos viendo al hombre en su medio natural y permanente, sino ayudándolo a salir de su estado para que halle su trascendencia, puesto que Dios no nos ha abandonado pero respeta nuestra libertad. "¿Por qué no sabéis descubrir por vosotros mismos lo que es justo?"


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