jueves, 4 de octubre de 2012

La paz que proviene de Dios, este con ustedes


Misión de los setenta y dos a predicar el reinado de Dios y la invitación a la conversión  Es una perspectiva a la universalidad del mensaje y a la universalidad de la vocación y urgencia del anuncio. Esta misión prefigura la tarea que incumbe a la Iglesia hasta el fin: Evangelicen todos los pueblos (Mt 28,19).

Jesús designo a los suyos encargándoles la misión: no hay discípulo que no haya vivido la experiencia de la misión con humildad y con oración. La oración será indispensable para alejar a los enemigos que perturban el bien; y es ofrecer nuestra labor a Dios para que sea el Espíritu Santo quien actúe. Visitar a conocidos: el texto dice “saludar”. Los misioneros pueden caer en el engaño, la distracción, pueden ser presa fácil que impida la difusión de la gracia. Que cuenten más bien con la Providencia del Padre, quien conociendo los corazones encuentra a quienes los alojaran y les brindaran alimento. Sin provisiones ni seguridades, para que vean cómo el Padre cuida de ellos. Si no han hecho una experiencia así, ¿cómo podrían predicar la confianza en él? De dos en dos. Jesús pide que haya un testimonio común, que la misión sea un acto de la comunidad. La misión es el elemento primordial de una comunidad preocupada de transmitir su experiencia. Con actitud individual para hacerla común. El Reino se hace presente al entrar en ellos llenándolos de la paz que procede de Dios.

La mies es mucha, pero los obreros pocos” Es mucho lo que hay que sembrar para cosechar pero pocos los que se comportan y cumplen la misión encomendada. No todos los que reciben jovialmente a los que les anuncian la Palabra se integrarán en una comunidad, sin embargo el esfuerzo se hace fructífero, estas personas recordarán ese paso del Señor y vivirán con más fe su vida cotidiana. Además con el visiteo permanente serán gentes que aprenderán a amar a Dios en espíritu y en verdad y harán de sus vidas la aceptación del Reino de Dios, al aprender a vivir la voluntad divina. Y de estos surgirán algunos que opten por el llamado de Dios para ser miembros activos de su Iglesia.

Sanar a los enfermos. La misión principal de nuestro Señor Jesús es la invitación a la conversión y a la aceptación del reino de Dios, luego vendría la liberación y la sanación de enfermedades. Como resultado nos hace aptos para comprender y reconocer el amor de Dios y su misericordia, de este don gratuito podremos darlo a los que nos rodean; comprender en el sentido que el amor siempre lleva dosis de dolor y de cruz. En pocas palabras, lo de la sanación por causa material y más hoy con tanto químico que consumimos, y por las preocupaciones que nos afectan, es cuestión de la médica. Pero también hay secuelas espirituales que enferman no solo el alma sino también el cuerpo; y estas solo las sana Dios. La asistencia que nos enseña la doctrina social, se trata bajo tres aspectos, la dolencia en su entorno como tal, la parte sicológica y la parte espiritual. Estos dolientes serán atendidos bajo la perspectiva de las obras de misericordia por la comunidad, mediante la vivencia de los carismas.

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Si estamos vivos fue porque se nos dio la oportunidad de vivir – apostémosle a la vida:
http://www.aciprensa.com/noticias/violacion-y-abuso-sexual-no-justifican-aborto-subraya-obispo-60657/#.UG2DKJjMiSo


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