sábado, 6 de octubre de 2012

alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo.


La mayor manifestación del amor, se hace un gozo el cumplir el encargo y ver los frutos de la misión, al ver a muchos que estaban en la esclavitud, por la obra del Espíritu Santo, son liberados y vueltos a la alegría de la vida. Es el poder de Dios y su Palabra lo que transforma y lo que es revelado. Hoy también los demonios son sometidos por la acción apostólica en nombre del Señor. Los demonios no se han acabado son seres espirituales eternos que procuran ocupar terrenos de pecado para mitigar su desgracia.

El privilegio que Dios da a los sencillos; los pequeños descubren lo esencial. La sencillez que les ve el Señor se debe a que aceptan y viven la voluntad de Dios. El pequeño vive su fe en las cosas modestas, pero sabe que sus sacrificios no se perderán. Jesús nos da a conocer al Padre y, conociéndolo según la verdad, también compartimos con él su dominio sobre los acontecimientos.

El comportamiento de los sencillos llena de gozo a nuestro Señor Jesús y por eso exterioriza su alegría a través de estas palabras de alabanza al Padre. Los sabios y entendidos no saben tal vez lo más importante. No pueden dilucidar el rumbo del mundo hasta que no ven cómo está actuando el poder de Dios ahí donde se proclama a Jesús.

Evangelizar significa demostrar la fuerza del Evangelio para llevar al hombre a una verdadera conversión y la aceptación del reino de Dios en su corazón, quienes obtendrán sanación y liberación de la esclavitud a la que han estado sometidos. Teniendo en cuenta que no es un activismo práctico, somos siervos inútiles y egoístas; es Dios Espíritu Santo quien obra en cuestión. Nosotros debemos tener ansias por las almas a imitación de Cristo y hacer oración para que Dios obre sanando y liberando a los hombres de sus demonios, para que sean perdonados y vueltos a la amistad con Dios.

Todos como hermanos, predicadores, orantes, trabajadores, clérigos como laicos, procuremos ser sencillos en todo, sin vanaglorias, según lo que dice el Señor: “Pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan” (Lc 10,20). Alegrémonos por las almas rescatadas que es el fruto que glorifica al Padre. Dios se hizo hombre para redimir al hombre y requiere del hombre para salvar a los hombres. De Dios procede todo bien. A Él todo honor, reverencia, alabanza, todo agradecimiento; sólo El es bueno.

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