sábado, 29 de septiembre de 2012

Sus ángeles combatieron el mal


Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a nosotros la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente a Dios. Están a su servicio y son enviados para cumplir misiones especiales.

Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob 5). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda. Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención y nueva alianza (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal.

Esta expulsión se debió concisamente en las palabras pronunciadas por “Lucifer”: "¡No te serviré!" (Jer 2, 20), manifiesta su decisión radical e irreversible de tomar parte en la edificación del reino de Dios en el mundo creado. "Satanás", el espíritu adversario por soberbia, quiere su propio reino y nos dice que nosotros también podemos ser como Dios y fundar nuestro propio reino sin Dios - es la desgracia.
Este desgraciado se yergue como el primer "adversario" del Creador, como opositor de los planes del Creador, como contrariedad de a la amorosa sabiduría de Dios. Concluimos por ello que la rebelión y su actuación soberbia contagia al hombre; y de acuerdo con la sabiduría de la Palabra de Dios "En la soberbia está la perdición" (Tob 4, 13) 

El llamamiento de Natanael es paralela a la de Tomás después de la resurrección. En ambas, Jesús les habla y les hace una revelación personal que les llega al corazón. Los dos discípulos responden con una profesión de fe profunda, la mejor que se podría esperar de ellos: Natanael, judío, lo reconoce como Hijo de Dios y Rey de Israel, títulos mesiánicos. Tomás, discípulo de Jesús, lo confiesa como Dios y Señor. Jesús responde a estas confesiones con un anuncio de cara al futuro: «Verán el cielo abierto» (51) y «Felices los que crean sin haber visto» (20,29). Para el escritor, Jesús anuncia aquí la creación de un nuevo Israel en torno a los discípulos. Natanael es un israelita de verdad y sin falsedad. Se podría decir que es un Israel (Jacob) nuevo, no como el viejo patriarca famoso por sus engaños y mentiras. El nuevo Israel, Natanael y sus compañeros, también verán los cielos abiertos como el antiguo patriarca.
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Los que le apostamos a la vida debemos leer esto:

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