lunes, 10 de septiembre de 2012

Condúceme, Señor, por tu camino santo


Jesús invita a sus discípulos a que no tengan miedo, que sean personas libres frente a toda autoridad verdadera o supuesta. Véase al respecto (cf. Col 2,20-23). También nosotros en nuestro tiempo hemos oído este tipo de conflictos, respecto a las leyes que ahogan la vida. Los sucesores de los apóstoles saben que las instituciones y las normas eclesiásticas son a menudo obstáculo para la evangelización. El protagonismo frente a Cristo no se ve bien. Siendo Jesús no los hombres, quien restablece la vida del maltrecho, devuelve la vista a ciego, cura la enfermedad, expulsa los demonios, nos libera, nos devuelve la vida, nos reconcilia con el Padre. ¿De que le queremos acusar? “En verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; pues lo que Él hace, eso lo hace del mismo modo el Hijo” (Jn 5,19). Y el Padre sólo obra, sólo actúa por amor. Por Él, el Padre creó todo lo que existe desde los orígenes hasta la eternidad. El es el alfa y la omega, el principio y el fin.

Es vigente aprender a configurarse totalmente con Cristo Salvador. Pues, libertad y amor conjugados son la clave para hoy. Todo creyente esta llamado a declararse solamente a favor de la vida y de la salvación, lo demás seria una contradicción. Cada cristiano esta llamado a continuar esa práctica de Jesús en su propia conducta personal, en favor de la vida, de la libertad, de la defensa del medio en que vivimos y de la dignidad del ser humano. A Cristo el honor, el poder y a gloria, por los siglos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario