martes, 4 de septiembre de 2012

El Señor es justo y bondadoso


Quedaron admirados de su enseñanza, porque su palabra iba acompañada de potestad”. Su elocuencia fue acompañada de mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia.
Se ve la autoridad de Jesús: sus palabras realizan lo que ordenan. Un espíritu impuro. Era el término para designar a un demonio verdadero, tal como se ve actualmente en muchos casos. Y el demonio grita lo que Jesús no quiere que se diga. Los títulos (el Hijo, el Santo de Dios), en ese momento sólo pueden causar confusiones en torno a su persona, además el Hijo del Padre es mucho mas que lo que con la vista pudieron ver siendo verdadero Dios veían un verdadero hombre.

Este y otros pasajes nos invitan a pensar en el poderoso velo que ha puesto el autor del pecado en nosotros que nos hace incapaz de reconocer al Hijo de Padre, Jesucristo. Como es que los demonios si le reconocen aunque no para rendirle honor y gloria sino para recriminar su presencia en medio de los hombres.

El demonio “salió de él, sin hacerle daño alguno”. Esta parte es importante, hoy como entonces los espíritus del mal buscan donde descansar y se aprovechan de personas que se lo permiten por su vida en pecado, pero atormentan la persona y la enferman. Por tal motivo viene la necesidad de un exorcista, pero la actuación de este en la mayoría de los casos causa daño en la persona poseída. La actuación del exorcista no puede ser personal, es con el poder de Jesucristo. Pero que es lo más importante y lo que quiere Dios, que el poseído sea llevado a una conversión verdadera y una confesión bien hecha con acompañamiento y a la medida de su conversión el Señor hace la obra sin permitir que el espíritu inmundo deje secuelas en el poseído.

»Cuando el espíritu impuro ha salido de un hombre, vaga por lugares áridos en busca de descanso, pero al no encontrarlo dice: «Me volveré a mi casa, de donde salí». Y al llegar la encuentra bien barrida y en orden. Entonces va, toma otros siete espíritus peores que él, y entrando se instalan allí, con lo que la situación última de aquel hombre resulta peor que la primera.(Lc.11, 24-26)

Cuando hacemos apostolado, apostolado del testimonio, de la palabra, de la oración, del sacrificio o de la acción; estamos llevando a otros a la conversión que libera que permite el actuar de Dios. Pero la misión encomendada por nuestros Señor Jesús, debe tener algunos ingredientes necesarios, que en nosotros no haya sentimiento ajeno al amor, al interés de la salvación de los demás, exige pureza de corazón y manos limpias.

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