jueves, 13 de septiembre de 2012

Señor, no dejes que me pierda


Un mandamiento nuevo que renueva “amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada por ello” Su objetivo era hacernos verdaderos hijos del Padre de los Cielos. Nuestro Señor quiere cambios en la persona, para reformar la sociedad por caminos de madurez y libertad; no es posible una reforma social autentica si no se empieza por la persona; la raíz del mal está en las personas. Ninguna revolución, por muy beneficiosa que parezca, puede establecer una sociedad menos opresora, hasta que las personas no se reformen según el Evangelio.

Todos necesitamos convertirnos a las directrices de Jesús, que nos da la fuerza moral capaz de renovar el mundo. Seremos capaces de aceptarnos y soportarnos unos a otros, para no seguir paralizados por miedo, por espíritu de división y codicia. La máxima de oro propuesta por Jesús no se puede quedar en un mero deseo, sino que debe traducirse en obras.

Da al que te pide. ¿Por qué te niegas a dar? ¿Temes que no te lo devuelvan? ¿Y si fuera este el momento de confiar en tu Padre y de desprenderte de “tu tesoro”? (Lc.12,34).
Se ama y se respeta a los simpatizantes, y no hay preocupación por los derechos de los demás. Lo social, el bien común, cuesta porque esta por medio el interés, las diferencias, la comodidad. Es fácil donde se puede ascender mientras que se reúsa lo que puede ser una carga, donde esta el necesitado de lo material o de lo espiritual. Allí es donde Dios quiere que practiquemos la misericordia, pero resulta que a esta se opone la actitud de juzgar. No debemos juzgar. Nos exponemos a que se haga sin la luz y sin discernimiento, solo Dios conoce el interior del ser humano. Se nos pide la valentía de denunciar el mal, incluso cuando nos haga correr riesgos. Pero “No se hagan jueces”

Jesús no habla de la recompensa para el creyente, de la acción imprevista de Dios, tal vez hoy, o luego, hará que nuestra vida tenga éxito. Si miramos nuestro pasado nos daremos cuenta de cuanto nos ama y cuanto ha hecho Dios por cada uno de nosotros. Es como la seguridad de un camino que nos va llevando a la vida. De tal manera que no que otra actitud sino la de darle gracias a nuestro Padre Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario