jueves, 20 de septiembre de 2012

Sus muchos pecados están perdonados, porque amas mucho


Nuestro Señor Jesús quiere hacer claridad del sentido espiritual tanto a los fariseos como a los discípulos de Juan: estos hombres creyentes y religiosos no podían conocer al verdadero Dios porque les faltaba la experiencia del amor verdadero. Los fariseos no querían estar en deuda con Dios porque les costaba sentirse perdonados; no habían entendido el mandamiento del amor, por eso el Señor recalca es la capacidad de amar. El amor humano, verdadero y recíproco, pero en Dios.

Muchos han amado apasionadamente a Jesús y no han sido grandes pecadores. Pero Jesús habla en tono irónico, dirigiéndose a un hombre muy “decente”: Simón, tú piensas que debes poco, y por eso amas poco. Pareciera haber una contradicción entre el versículo 42 y el 47: que con el amar se consigue el perdón, y pudiéramos decir “Si ella demuestra mucho amor, es porque adivina que Dios le ha perdonado mucho”. El texto sin embargo dice lo contrario: Jesús es el que, después, le dará el perdón. ¿A quién estaba manifestando su amor, la mujer sino a Jesús? ¿Y quién puede perdonar los pecados sino Dios?

Nuestro Señor Jesús nos ofrece: «Tus pecados quedan perdonados» (Lc 7,48). Pero es preciso que debamos perdonar y hemos de amar mucho porque amando a Dios, nos perdona gratuitamente. Y perdonando y amando a los demás, Dios nos ama y perdona mucho. Viene el dicho que Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado que mata la vida, porque quita la gracia de Dios al lesionar su honor. ¡Somos llamados a amar como Dios ama! Y a luchar contra el pecado.

El escándalo para la gente religiosa no era que Jesús permitiera una vez que se le acercara una pecadora, tal como se cita, sino que de manera habitual se acercasen a él las mujeres que formaban parte de sus discípulos. María de Magdala (pueblo a orillas del lago de Tiberíades) estará al pie de la cruz junto con María, esposa de Cleofás, madre de Santiago y de José. Estas dos, junto con Juana, son las que recibirán el primer anuncio de la resurrección (Lc 24,10).  En este pasaje se manifiesta una revelación de Dios. La mujer no tenia parte en los grupos religiosos, pero sí las habrá siguiendo a Jesús: ¡la gran carencia del Antiguo Testamento es subsanada de una vez! La acogida de las mujeres es la respuesta al paso tan imprevisible del Dios Amor. La mujer ha de desempeñar un papel evangélico, fundamental en el futuro de la Iglesia, empezando por la célula familiar. 





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