sábado, 22 de septiembre de 2012

Caminaré en la presencia del Señor


El sembrador salió a sembrar. Jesús manifiesta a la vez cómo será recibido el Evangelio y cuál debe ser la actitud del que evangeliza o que trabaja dentro de la comunidad cristiana; referente a los diferentes terrenos en que cae la semilla.

Comparación del Reino de Dios con algo que se siembra. A lo largo de la Historia Sagrada se había sembrado y lo que esperaban los contemporáneos de Jesús era la cosecha (Ap 14,15). También nosotros queremos cosechar, o sea, gozar de los frutos del Reino de Dios, que son la paz social, la justicia y la felicidad. Nos preguntamos porque después de tantos años, los hombres sigan aún tan malos. Todo lo del “reino de Dios” en el presente mundo queda y quedará como una semilla y que nadie lo captará si sólo se interesa por los frutos que se podrían cosechar.

El reino de Dios ya está en medio de nosotros, no por eso vamos a gozar de sus frutos. El reino de Dios está donde reina, y Dios está reinando donde puede actuar, donde sus hijos reconocen y ponen como centro de sus vidas a Dios. No se trata de que por creer ya estemos salvos, olvidando tanto el sembrador y la siembra. Es necesaria la fe, la escucha de la Palabra y ponerla por vida. Si Cristo, el modelo, ha trabajado hasta el fin por la conversión del hombre, ¿qué es lo que debemos hacer y que debemos esperar de nuestros semejantes? No es éxito, sino que trabajemos; ahora bien, aunque aparentemente no se nos escuche.

Claramente se nota que Jesús no pretende distinguir entre buenos y malos: describe una realidad e indica por qué la Palabra no puede ser acogida por la mayoría. El Maligno arrebata la palabra, y esto se refiere a todos los que no están en condiciones que les hubieran permitido entender. Es el engaño y la mentira que cunde por todas partes y que llevan a la duda, a la desconfianza y pérdida de fe; donde sobrevienen las cosas del mundo que instan a que seamos dioses y que nos alejan de Dios. Las preocupaciones, las riquezas, el poder y los placeres de la vida. Donde la persona se auto justifica con el no robar ni matar.

De la mano de nuestra Madre celestial, pidamos para cada uno de nosotros el aumento de nuestra fe, la confianza en la providencia divina y la perseverancia; para no dudar de quien vive, que todo lo puede y por quien todo fue hecho lo visible y lo invisible, el dueño de todo y del que nos puede dar la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario