viernes, 28 de septiembre de 2012

Todas las tareas bajo el sol tienen su sazón


Confesión de Pedro. Seguro de que no se equivoca al presentar a su Maestro como el Mesías, el Enviado de Dios. Habla por todos y dice que para ellos, Jesús es el Mesías de Dios, el Ungido.
Porque nuestro Señor Jesús prohíbe la divulgación? Porque la gente incluso sus más cercanos creían que como Libertador debía aplastar a sus enemigos, ¿podrían los apóstoles usar un término que fuera entendido al revés? Es mas aun muchos están esperando ese personaje. Y como nos lo advirtió el Señor vendrá otro pero es el “impostor” y ya estamos en esos tiempos.

También porque para él había llegado el momento de anunciarles su pasión. Ya que sus apóstoles ahora lo reconocían como el Salvador prometido a Israel, debían también saber que el aparente fracaso y la muerte estaban inscritos en el destino del Salvador. Y debía ser rechazado incluso por las autoridades del pueblo de Dios. Aquel misterio discutido durante la Transfiguración, con aquellos dos personajes “que, aparecidos en forma gloriosa, hablaban de la salida de Jesús que iba a cumplirse en Jerusalén” (Lc. 9, 31) Misterio divino para beneficio de la criatura humana, no del todo bien comprendido ni aceptado. La Pasión de Cristo el más grande, el más doloroso de todos y sobrepasa a todos, por el pecado del hombre.

La pregunta directa es también interpelación para nosotros. Veintiún siglos de historia de Jesús y del cristianismo y frecuentemente el mundo creyente confunde su figura, su mensaje, su obra. Siendo Dios un eterno presente, es para nosotros lo mismo. Y, yo que le contestare al Señor, lo haré con una respuesta de palabra solamente? si podre ser consecuente con lo que pienso y vivo?. La cruz es exaltación de Cristo. Lo dijo Él mismo: “Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí’. La cruz que debemos cargar con la ayuda de Dios, es exaltación para nosotros.


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