miércoles, 26 de septiembre de 2012

El Reino de Dios está cerca, dice el Señor


En primer lugar Dios da a sus apóstoles poder sobre los demonios seres espirtuales que viven y divagan para influenciar al mal, al engaño y la mentira. Para nosotros hoy pareciera que estos seres hubiesen desaparecido, no se les atribuye nada ni se dice de ellos, entonces se lo permitimos y es por eso que estamos como estamos.

En segundo lugar la misión que se ha de hacer hasta el fin de los tiempos del mal. Predicar el Reino de Dios. Es para nosotros ya conocido seria como volver a repetir; pero lo que ocurre es que no lo hemos entendido y menos aceptado. Un Rey es escuchado y obedecido en totalidad, de lo contrario habría consecuencias. Nos falta decisión, compromiso y la práctica de la aceptación del Reinado de Dios, (irradiado a toda la humanidad), en nuestras vidas; y por tal no cumplimos obedientemente ni aceptamos, esto nos lleva a dispersamos en conveniencias personales, nos impedimos un nivel de vida digna por ignorancia, ceguera y sordera espiritual.

A sanar a los enfermos, contextualizando vemos hoy que las enfermedades se curan por medio de la ciencia, sin perder de vista que muchas son causadas para intereses económicos; pero hay otras enfermedades que padece la humanidad y solo con el poder de Dios podrá ser sanada integralmente la persona humana. Y para esto nos falta disposición para servir por amor y por la otra parte no aceptamos a quien verdaderamente nos puede sanar. Para el hombre de hoy esta primero su seguridad su provisión material, su diversión, su afán por el tener, el poder y la fama. Todo esto le lleva a la preocupación, a la duda y la desconfianza, al sin valor trascendente y se ve y se estima solo lo material. Esto ha desunido y ha llevado al abandono del ser humano con menoscabo de su dignidad, incluso al desconocimiento de su ser integral y al deseo de no vivir.

El exceso de cosas materiales e infinidad de astucias que giran y ocupan la mente, quitan lo fundamental. La misión y la aceptación del Reinado de Dios como norma reconciliadora por amor y patrón de vida al servicio y la construcción de la dignidad, por lo cual cambiaria la estabilidad de vida en todos los estados y situaciones humanas.


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