lunes, 17 de septiembre de 2012

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad


Este capitán del ejército extranjero tenía una especial condición como persona; en éste se notaba sensibilidad por los demás y supo ganarse el aprecio de los judíos. Es una lección, también hay personas buenas allí donde pensamos que todos son malos.

Este militar al escuchar lo que el Señor hacia por los que sufrían algún tipo de enfermedad, no duda en interceder. Si Jesús había hecho milagros con otros creía que su servidor sanaría. A diferencia de los judíos que creían que solo tocándolo y viéndolo podían sacar provecho de Él, este capitán cree que lo conseguirá a distancia ha comprendido que Jesús tiene el mismo poder de Dios y por lo tanto podía sanar al criado enfermo.

El Señor nuestro Rey, ve lo que hay en nuestra alma, las intenciones, la rectitud, nuestro comportamiento, de pensamiento, de palabra y de obra, la f3e y la confianza en El. Nos engañamos cuando seguimos siendo dioses, cundo hacemos nuestra voluntad sin la divina voluntad de Dios, cuando nos dejamos influenciar por lo que dice la gente que es El, sin reconocerle como el Señor de nuestra vida. Cuando continuamos en nuestros caprichos sin querer una conversión a la luz de su Palabra. Nos engañamos cuando deseamos una religión y una santidad exterior bien visibles a los ojos de los hombres.

Debemos ser conscientes que el Señor vive y que esta presente en las especies consagradas por obra del Espíritu Santo, y si esta tan cercano porque dudamos? Porque sentimos tan poco respeto? Porque aun todavía no es el Señor de nuestras vidas. «Lo que vemos es el pan y el cáliz; eso es lo que tus ojos te señalan. Pero lo que tu fe te obliga a aceptar es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el cáliz se encuentra la Sangre de Jesucristo». (San Agustín)
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Los católicos debemos pronunciarnos en favor de los que defienden la vida y la dignidad huamna.


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