viernes, 1 de junio de 2012

“Reina el Señor”, digamos a los pueblos


Queridos hermanos, no se sorprendan por el incendio que ha prendido en medio de ustedes para ponerlos a prueba. No es algo insólito lo que les sucede”. Si por la renovación de vida en Cristo Jesús, suceden cosas, sacrificios, malentendidos, criticas (…) Con la acción se producen reacciones y el producto en nosotros debe ser de alegría. El Señor, nos quiere defensores de su iglesia y perseverantes en ella. No concibo en mi mente un motivo valido en aquellos bautizados que se disgregan.

Tampoco de aquellos que no obtén con recato y respeto por la casa de Dios para su adoración y agradecimiento; donde acudimos para que quede todo desatado o atado, acción que quedara inscrita los archivos celestiales para la eternidad, por ello se nos devuelve la gracia perdida; es también aula de edificación y de unión. Pero no faltara quien procure convertirla en cueva de pecado como su interior lo está; cuando por designio del Creador, nuestro interior - el espíritu y alama, son templo de Dios.

Ocurre, también, que acudimos para comerciar con el Señor, yo te pido tu mes das, (como dice el cabrito deMEEE). Sin el debido propósito, imbuidos en nuestras preocupaciones de huirle al sacrificio y pasarlo en diversión; acudimos mas por acatamiento que por amor; mas con nuestra soberbia que por humildad; mas por haber que logramos que por adoración, agradecimiento, reconocimiento, recogimiento para cambio de vida, para decidirnos por la opción del amor. Debemos echar fuera de nuestro templo todo comercio todo obstáculo, para que quede limpio como debe ser la habitación para Dios.

Debemos fomentar y acrecentar nuestras virtudes humanas – cardinales y teologales, para ser dignos de recibir los regalos del Espíritu Santo, para que produzcan frutos que son los que dan gloria a Dios. Son además, los medios adecuados para crecer como hermanos en la comunidad de Cristo, no habilitan para hacer la obra por amor. De lo contrario nuestras virtudes se marchitan hasta secarse, sin Dios no podremos hacer nada y nos dice “Por sus frutos los conoceréis”.

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