jueves, 14 de junio de 2012

Todo el que esté peleado con su hermano, será procesado


Si no proponemos mucho mas perfecto de lo que nos proponen las culturas de hoy día, que distante estamos de hacer la Divina Voluntad de Dios. La formula del Señor: Ustedes escuchan lo del mundo “pero yo les digo”, nos reitera la necesidad que tenemos de una verdadera purificación del corazón, dicho de otra manera, enderezar nuestras intenciones, deseos y acciones. Es Dios mismo que nos da la gracia cundo en intimidad de la oración le escuchamos y nos dejamos corregir por El, allí por regalo descubrimos cuanta imperfección de nuestro comportamiento y cuanto hay que corregir, cual el equivoco de las cultura en que se desenvuelve el hombre y cuanta conversión falta. (Cf. Rm. 10,3)

Es la mejor manera de purificar, de lo contrario la purificación vendrá como castigo doloroso y hasta la condenación perpetua. Estando en gracia de Dios (haberse confesado y vivir los sacramentos) acudamos humildemente a quien todo lo puede y quien es dueño de todo, el mejor maestro, la verdad, el camino, Cristo nuestro mejor amigo; para que el Espíritu Santo nos dote para resistir a la lucha contra los poderes del maligno. En las guerras los hombres se alimentan y se robustecen para el combate. Nosotros los católicos ofrecemos nuestros pequeños sacrificios por amor unidos al santo sacrificio del Señor como reparación y ayunamos de muchas maneras para debilitar el cuerpo y robustecer nuestro espíritu y alma para el combate espiritual. (cf. Mt 3,11; 1Co 3,15).

Encontramos la palabra “renegado de la fe” El Señor no hace caer en la cuenta de que no debemos hundir al hermano con calificativos para que en adelante todo el mundo lo considere de tal manera, le falte al respeto y a la dignidad, no le escuche sus razones ni respete sus derechos; estos procederes son infundados por el demonio. Nuestro Señor Jesús, con autoridad, cambia la interpretación del precepto negativo, en vez de ir en contra, volvámonos aptos para edificar con la prudencia y a partir de ella vendrá a flor las demás virtudes. (cf. 2Tm. 2,14)(Mc.11,25). En cambio si obedezcamos al Señor quien nos dice: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado.” (Jn 15,12). - (cf. Sg. 2,18; 1Jn 3,18; Tit 3,2; Rom 1,29; Mt 7,3; Is 38,15; Lc 13,24; Mt 7,14).

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