sábado, 16 de junio de 2012

Señor, mi vida está en tus manos


Es admirable y digna de imitar la santa familia de Nazaret, vemos como Jesús verdadero Dios y verdadero hombre a temprana edad ya tenia grandes conocimientos como niño, su manera la recibía en el seno familiar, cada año acudían en peregrinación a las celebraciones muy connotadas de la pascua en Jerusalén, para ello tenían que soportar las inclemencias y la distancia del camino. No es para menos la preocupación de san José y de la santísima Virgen María al no encontrarlo en la caravana.

Al encuentro y la pregunta, nos desconcierta su respuesta « ¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi Padre?» al parecer la Madre no le había revelado a su edad el secreto de su concepción y que fue él quien tomó la delantera para hacerles entender a sus padres cual seria su misión y su relación con Dios Padre.

Difícil de comprender. María había entendido el mensaje de la Anunciación y sabía decirse a sí misma que Jesús era el Hijo de Dios. Pero no había pensado que ser Hijo de Dios sería justamente lo que Jesús acababa de demostrar, su relación privilegiada con el Padre. ¿Cómo pudo quedarse todo ese tiempo sin pensar que sus padres lo buscaban muy preocupados? Esa incomprensión no estaba reservada sólo a María y a José; Es para nosotros muy similar por más que lo sepamos todo, muy a menudo la acción de Dios va en sentido contrario a nuestros criterios.

«Su madre, por su parte, lo guardaba todo en su corazón» Corazón hecho y reservado por el Padre, Corazón dado a su Hijo, Corazón donado al Espíritu Santo. Quien más que la Bienaventurada supo cumplir la voluntad de Dios; quien mas que María supo “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas” (Mc.12,30)

Hoy la Iglesia celebra la memoria del Corazón Inmaculado de María. «Donde está tu tesoro allí estará tu corazón» (Mt 6,21). El tesoro de María es su Hijo, y en Él tiene puesto todo su corazón; los pensamientos, palabras y obras de María tienen como origen y como fin contemplar y agradar al Señor. Asimismo al ser plena de amor también nos ama a nosotros.


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