sábado, 2 de junio de 2012

Señor, mi alma tiene sed de ti


La respuesta «No sabemos» Nos deja un sin sabor de carencia de autoridad moral, su conducta; no porque en realidad no supieran dar una respuesta a la pregunta que hacia el Señor. Temían escuchar algo como, “los publicanos y las prostitutas andan mejor que ustedes. Porque Juan vino a abrirles el camino derecho y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron. Ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron." (Mt.21,31-32) Palabras duras del Señor.

Para nosotros hoy que pudiera decirnos el Señor, creo que seria un poco mas, o mejor es tanto el agravio, que el Señor ya no dirá nada sino que espera que se cumplan los tiempo para venir ya no con palabras duras sino con justicia. Por lo pronto para este mundo como esta esperemos castigos, el Señor esta cansado de ver que el hombre se opone al rumbo que Dios le ha fijado; quiere oponer resistencia al poder de Dios, pero a pesar de lo que pensemos, hagamos, digamos y dejemos de hacer, los planes de Dios se cumplirán así tengamos que sufrir.

Somos ilógicos no debiéramos pelear contra Dios, todos perdemos y en cambio al ser concordantes con El tendremos todas las de ganar y nada que temer ni perder. Dios ha demostrado hasta la saciedad que el mal comportamiento mata, que la vida solo se consigue a través de Cristo, no hay nadie ni nada más. Por pasarlo bien y disfrutar de lo superficial y pasajero nos perdemos lo mejor que Dios nos puede dar.

La humanidad vive en el absurdo porque vemos como se encubre la violencia, la enajenación mental y espiritual; y no levantamos un dedo par que obre la justicia y el amor. Todos queremos es el dinero porque con el supuestamente lo hallaremos todo. Cuando este es un bien con el cual se cubren las necedades temporales pero cuando la conducta con el sea correcta, sin faltar a la justicia y administrándolo para hacer el bien.

Nos falta acudir a nuestra Madre celestial para que nos ayude en el diablo con Dios para poder entender y vivir el mandamiento del amor.

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