lunes, 4 de junio de 2012

Alégrese el corazón de los que buscan al Señor


Parábola de los viñadores asesinos. La viña era una imagen del pueblo de Dios. Es de su propiedad, la viña no pertenece a los que arrogan la autoridad, de ella deben rendir cuentas. Los enviados son los portadores de la Palabra de Dios, y la Biblia que envió Dios para corregir a los que están en la viña para que trabajen diligentemente, para que den frutos y presentarlos al Dueño de la Viña. Pero entraron en conflicto hasta dar muerte a quienes contradecían sus apetencias. Ha llegado la hora en que Dios visita a su pueblo en la persona de su Hijo. Hacen con El lo mismo que hicieron con muchos de los enviados, la hostilidad y la muerte van a ser el origen de una crisis como nunca se vio en Israel. ¿Cómo podrá en adelante el pueblo de Dios ver cumplido su sueño de una “Tierra prometida” que es la eterna amistad con Dios, si se negó a sacrificar sus ilusiones cuando Dios lo visitó?

Entregará la viña a otros. Se podría pensar que se trata de una simple sustitución de los jefes; de hecho lo fue en los años 68-70, pero Jesús dice más: “la piedra que fue rechazada llegó a ser la piedra angular”. Es el inicio de un nuevo pueblo y de un nuevo templo que es la Iglesia católica fundada en sus Apóstoles su primer núcleo, quienes tuvieron fe en el Hijo; pero también en el futuro de la Viña tendrá nuevos administradores, como lo vemos hoy día.

También la parábola parte de la individualidad para hacerla colectiva, Cristo manifiesta el amor con que Dios nos ama "nos confió el ministerio de la reconciliación "… "Dios puso en nuestra boca la palabra de la reconciliación" (2Co 5,18 s) A partir del Unigénito todos los nacidos del Bautismo, por Cristo estamos llamados a ser sus amigos, sus embajadores; es Dios mismo quien nos llama; para que llenemos nuestras manos de frutos que es lo que da gloria a nuestro Padre. Por nuestro comportamiento desobediente nosotros nos negamos a ser sus amigos. ¿Acaso en Dios puede anidar otro sentimiento que no sea el amor? Si recae el castigo para unos es para la salvación de muchos.

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