miércoles, 27 de junio de 2012

Muéstranos, Señor, el camino de tus leyes


La Palabra de Dios no tiene equívocos, cuantos falsos se han manifestado y cuantos están presentes y cuantos vendrán a tratar de enredarnos con engaños, mentiras y astucia; ante eso debemos estar muy atentos para que no caer en la trampa maligna. De un modo más amplio las palabras de Jesús se dirigen a todos los que fomentan la división, la mentira y la violencia, aun cuando pretendan servir a una causa justa. Es así que aparte de los falsos en la doctrina centrada en la verdad, por el mundo están dispersos falsos que suscitan culturas engañosas y cómodas. Promueven el libertinaje. La educación sesgada. Los ídolos. Las sensaciones. La fama. El poder. El poseer. Nuestro Señor Jesús invita a mirar los hechos para luego sacar conclusiones. Ya que por el engaño cuesta enjuiciar la realidad que vivimos, preferimos defender ideas antes que analizar situaciones concretas. Es preferible desconfiar de discursos y de teorías, pues detrás de ello se manipula la trampa.

El Señor hace mención de los falsos y para diferenciarlos a letra seguida dice: “Por sus frutos los conoceréis” podríamos decir que el falso no puede producir para el Reino de Dios. Pero también pude decirse que aunque no sea falso, en muchos casos tampoco se produce. Entonces como se produce, Amando a Dios y procurando que los demás lo amen en espíritu y en verdad; con la práctica de las virtudes; con vida recta, corazón e intensión pura; con oración; con sacrificios corredentores; con el servicio; trabajando por la paz y la justicia; cumpliendo el apostolado recibido en el Bautismo, por amor con deseos entrañables a imitación de Dios, “no quiere que se pierda nadie, sino que todos lleguen a la conversión.” (2Pe.3,9)

Confrontese: (2 Pe.2,1; Lc. 6,26; Gl.1,8; Mt.10,16; Jn.10,12; Hch.20,29;Si.27,6; Sg.3,2;Mt.3,10; Lc.3,9; Lc.13,6; Mt.12,33)


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