martes, 12 de junio de 2012

Señor, en ti está la fuente de la vida


No es justo tirar los regalos que nos hace el Espíritu Santo; al contario hay que ponerlos en función para que sirvan de ejemplo de vida y trabajar por la salvación de las alamas de nuestros prójimo que Dios nos ha regalado para poner en actividad viva los dones y que den fruto abundante, que es lo que da gloria a Dios. Las virtudes y los dones puestos al servicio del Evangelio que es la sal, y la luz para el mundo tan desviado del querer de Dios, a quien le debemos la vida y todo cuanto podemos experimentar para el bien. La sal: (cf. Lv. 2,13; Mc. 9,50) la luz: (cf. Jn. 8,12; Jn 3,21; Ef 5,8; 1Tes 5,4; Mt.5, 16; Jn. 15,8; 2 Co. 4,6)

Dispongámonos a recibir del Creador la luz como resplandor de la eternidad para esparcirla al mundo en oscuridad. Que el Espíritu Santo nos conceda la luz y la sal para que los que nos rodean se sientan iluminados y alegres, así como se puede experimentar la dicha de tener luz cuando estamos a oscuras y sentir el sabor de la sal cundo todo es insípido.

Aunque hoy día parezca mas difícil, somos consientes de las condiciones como se comporta la humanidad; pero también es cierto que nosotros somos siervos inútiles y mas cuando ya nos damos por vencidos y no tenemos pleno convencimiento, cuando no hemos tomado la opción del amor decidido a Dios y a las almas; cuando se ve que la humanidad ha perdido el sentido de la vida y que solo toma como el triste destino final la muerte sin trascendencia.

Tenemos la urgente necesidad de hacer conocer el Evangelio para que haya cambios a nuestro alrededor confiados que para esa labor no somos nosotros por nuestras fuerzas capaces de hacer que acontezcan conversiones, es por obra de Dios. Es por la gracia que podemos identificar y ser como sal viva contra la corrupción, contra la injusticia, contra la violencia, contra el abuso, (…).


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