viernes, 8 de junio de 2012

Mi felicidad consiste en estar cerca de Dios


Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: «¡Hijo de David,...» (Mt. 9,27) paradójico que unos ciegos si reconozcan a nuestro Señor Jesús como el Mesías; y otros con todos los sentidos no le reconocen. (Mesías significa ungido, elegido, designado para una misión). Esto no es extraño para nosotros, cuantos interrogantes, ¿Cuántas veces lo hemos dejado de lado para preferir ídolos (la palabra griega ídolo quiere decir “Imagen”), la imagen del dinero, del ser prójimo que amamos, la imagen de la creencias fuera de Dios; la imagen del poder y del tener, de las diversiones?

La misión del Señor, fue hacer la voluntad del Padre, Dios quería la reconciliación, acto de amor por amor, con los hombres, devolverles la amatad eterna con una manera nueva, última, con sentido y razón, el amor de Dios, camino, gracia y salvación.

Pero esta manera de actuar contradecía los criterios y aspiraciones de los saduceos, zelotas y fariseos, por lo tanto no tienen en cuenta la doctrina de Cristo y mas bien pretenden forzar a Jesús para que les acolite su cuestión partidista, la legitimidad de la violencia, el poder y el despotismo. Le ven cualidades que lo capacitan para ser poderoso, con un cumplimiento fanático de todos los preceptos de la ley o hasta empuñar la espada contra los romanos. No quieren su doctrina como esta impregnando al pueblo mas bien lo prefieren como un guerrero triunfante, como un sacerdote excepcional o como un nuevo legislador.

¿Y quién quiere encontrar tus delicias con los niños de los hombres? ¿Cuál es tu grandeza, Oh Rey de reyes y Señor de los señores? ¿Tú que mandas a los astros y que acercas tu corazón al hombre? ¿Quién eres, tú que tienes a tu derecha las riquezas y la gloria?... ¿Oh amor, hasta dónde inclinas tu majestad? ¿Amor a dónde conduces la fuente de la sabiduría? Ciertamente hasta el abismo de la miseria... (Santa Gertrudis)

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