viernes, 11 de mayo de 2012

A ustedes los llamo amigos, dice el Señor


Hoy nuestro Señor Jesús, nos manda lo que debemos hacer: que nos amemos unos a otros como El nos ama. Que no se una cuestión literal, sino con amor servicio sin esperar nada a cambio, con rectitud de intención, de corazón limpio.

Nos llama amigos, el amigo lo hace con amor y no por imposición. En la antigüedad solo se encontraba este término cuando se refería a Abraham a quien Dios había visitado (cf.Is 41,8); nos restituye la amistad, solo falta nuestra parte. El Espíritu Santo como sabiduría, “Es la irradiación de la luz eterna, el espejo sin tacha de la actividad de Dios y la imagen de su perfección. Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas” Sabiduría (7.14-27); La mejor manera de corresponder a la amistad que el Señor nos ofrece es con la obediencia."Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre” Nosotros estamos conociendo lo que Dios hace y por acción del Espíritu Santo estamos aprendiendo obedientemente las enseñanzas del Señor. Y es el Señor quien nos ha elegido a nosotros, a ti y a mí.

El amor se medirá por sus frutos, que tampoco deben confundirse con los éxitos de la acción apostólica, los carismas, ni con la actividad desplegada en bien del prójimo; que muchas veces es para auto justificarse o por interés. Es para que demos frutos, de los dones que nos regala el Espíritu Santo: Amor, gozo, paz, Paciencia, longanimidad, Bondad, benignidad, Longanimidad (perseverancia), Fe, Modestia, Continencia y Castidad. Las virtudes que emana de lo donado por Dios es el fruto que complace a Dios, es lo que santifica, por eso el Señor denomina bienaventurados los que practican esas virtudes. Y que son contrarias al odio, la soberbia y las obras de la carne (cf. Gl. 5,19). De esto se vale el maligno quien habita en la tierra y nuestro cuerpo es de tierra. Es un error quitar o ignorar al “príncipe de este mundo” pero cuando se renuncia a éste, no dejara ir a nadie sin cobrarle; pero de todas maneras al permanecer lo único que da como alimento es la soberbia el odio y todo lo que sea contrario a Dios.

Al renunciar del maligno y sus obras, nuestra alma queda manchada y raquítica; es cuando viene el divino Servidor a lavarla, a desmancharla y lo hace con el agua emanada de su costado abierto como un manantial de misericordia para el mundo entero; y a nutrirnos con su carne, su propio cuerpo y sangre. Misterio que muchos no quieren entender. Pero queda pendiente la reparación, el misterio de la Cruz, la tribulación.

“Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando” dicho con mis palabras, unámonos todos en un solo cuerpo – su Iglesia, “la unión hace la fuerza” miremos el ejemplo de la actividad económica humana, siendo una cosa temporal; como no va a ser mas importante la unión cuando se trata de la trascendencia espiritual y eterna.


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