sábado, 5 de mayo de 2012

Nosotros somos el pueblo redimido por Dios


El progreso en la vida espiritual tiene un “caminar” Si Dios para venir a los hombres fue por María santísima; el hombre para ir a Dios ha de ser por nuestra Madre celestial, es mas fácil para poder comprender los misterios de Dios, ocultos por nuestra ceguera y sodera causada por el pecado; sin esperar milagros sino por fe madura. La madre santísima nos va a enseñar para que dejemos ser a Dios en nosotros. Dice el Señor “Yo estoy en el Padre y ustedes están en mí. Es el querer de Dios que nos dejemos fundir el mar de su inmenso amor para entrar “en” la vida misteriosa de las personas divinas que comparten todo y son un único Dios.

Las cosas materiales y los cuerpos no se pueden compenetrarse y nosotros queremos ser dioses. No comprendemos como somos, limitados porque ocupamos un lugar material, diferente al mundo espiritual; y precisamente por esta razón Dios quiere permanecer con nosotros para que no incurramos en desvíos; Sabidos de nuestra libertad, debemos permitir que Dios este nosotros, además porque es el dueño de todo, es nuestro Rey con quien lo tendremos todo en paz y alegría. Cristo está en el Padre y el Padre en él, en unidad del Espíritu Santo y desean poner su morada en nosotros.

Lejos de esta tendencia el hombre contemporáneo se debate en la lucha parricida y afanosa dentro y contra el egoísmo; lucha por un acodamiento personal, terreno, temporal y descuida lo que verdaderamente tiene valor. No se capacita para SER se deja envolver en las tendencias ilusionistas del hoy, para mañana ver el desengaño y la sin razón. No puede haber paz en este medio, el corazón siente de todo, la mente divaga por todas partes, se tramas astucias y el amor que eleva la dignidad y que da sentido a la vida, no se logra entender, recibir ni dar. De ahí nace la indiferencia a toda la creación de la cual somos parte activa.

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