martes, 29 de mayo de 2012

Que todos los pueblos aclamen al Señor


En el mundo en que vivimos se tiene en cuenta a los que más tienen, a los que mas hablan, a los que mas pueden hacer el mal. Los hacedores del bien como que esa es una obligación que se imponen y allá ellos, (no están en la onda) esto es patético. En fin nuestro deber es amar a Dios, antes que a los hombres y que a las cosas, El es el dueño de todo lo visible e invisible; solo que por la culpa del hombre se hace relevante la acción del mal por el odio de quienes han perdido la gracia de Dios.

Para nosotros no es suficiente cumplir la Ley, es una parte primordial; pero hay que agregarle el amor, una ley cumplida por obligación no es bien aceptada y ese no es el sentido. En nuestra Iglesia se ha catequizado sobre el cumplimiento de la Ley, falta formar en primer termino el amor, porque cuando se le entiende de esta manera si que podemos entender lo de Dios y conocer a Dios; si que podemos darnos cuenta de nuestras limitaciones y se hace necesaria la comunicación personal con Dios, la vida sacramental, la acción del Espíritu Santo para aclarar todas nuestras dudas y lograr percibir el verdadero sentido de la vida.

Ahora no se trata de dejar a todos y todo para irse a una montaña o escondite y no tener que saber nada del mundo; el Señor cuida de nosotros estando en el mundo y actuando por amor resuelto, trabajando para cambiar las condiciones del mundo futuro, cumpliendo sus mandatos y haciendo la obra encomendada el Señor cumple sus promesas, no se deja ganar en generosidad,soy testigo personal; pero advierte que habrá persecuciones (las hay de diferentes maneras).

En esta mañana gris por nube de cenizas del nevado del Ruiz, les invito a que hagan la prueba, despierta tu vocación, congréguense en comunidad, bien juiciosos y verán la acción de Dios, es realmente fascinante. “Como hijos obedientes, no vivan conforme a las pasiones que tenían antes, en el tiempo de su ignorancia. Al contrario, así como es santo el que los llamó, sean también ustedes santos en toda su conducta, pues la Escritura dice: Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo”(1 Pe.1,10-16).

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