jueves, 3 de mayo de 2012

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos


Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” Nos lo dice con autoridad, puesto que dentro de los planes de Dios, estaba la venida del Verbo eterno el Hijo, para hacerse hombre y por Él pudiéramos ser rescatados; y nuestro Señor Jesús cumplió la voluntad del Padre en todo y a cabalidad. De tal manera que estaba contemplado que para tener vida y pudiéramos rescatar nuestra amistad con el Padre, solo se puede hacer por medio de nuestro Señor Jesús, quien nos compro a precio de su preciosísima sangre. Si un hombre nos volvió desgraciados; Dios el Hijo de hombre nos devuelve la gracia.

El camino que nos señala Cristo, es el camino de la cruz, con la muerte de todas las apetencias del cuerpo, las propuestas del mundo y huyendo de las tentaciones del maligno;es así como conquistaremos nuestro destino feliz al llegar con y por Cristo a la resurrección, misterio de salvacion. Cristo no es un guía turístico, es quien nos ha mostrado el camino que debemos recorrer; es el camino de la pérdida, mal visto y mal comprendió para muchos, antes y hoy.

Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” la existencia y el vivir misterioso de las personas Divinas de la santísima Trinidad, están sumergidas en un mar incomparable y admirable de amor, donde comparten todo y son un único Dios. Nosotros no podemos compenetrarnos de la misma manera, porque todavía pertenecemos al mundo material. Dios nos deja sentir algunas puntaditas y por nuestra condición de pecado se vuelven efímeras. De todas maneras debemos ser conscientes que nuestro Señor Jesús está en el Padre y el Padre en él, en unidad con el Espíritu Santo, y ponen su morada en nosotros, concretamente en nuestro espíritu y nuestra alma.

Debemos creer, sin tener que ver, en la santa Palabra de Dios que es viva y eficaz, quisiéramos como Moisés ver el santo rostro de Dios, pero Él nos responde: “Toda mi bondad va a pasar delante de ti, y yo mismo pronunciaré ante ti el Nombre de Yavé. Pues tengo piedad de quien quiero, y doy mi preferencia a quien la quiero dar. -- «Pero mi rostro no la podrás ver, porque no puede verme el hombre y seguir viviendo”(Ex.33,19-20).

Y todo lo que promete el Señor con respecto a las obras en su nombre, depende exclusivamente en concordancia con nuestro comportamiento, nuestra intención, nuestra pureza, nuestra fidelidad, oración (en lo secreto, misterio, en Espíritu y en verdad), ayuno, renuncia, entrega, perseverancia y fe. Eso de momenticos y cuando a mi me nazca, no funciona; eso es precisamente un llamado de Dios para que haya una conversión verdadera y a partir de allí hay un camino por recorrer. Por eso estimados “amigos de Jesús” no nos dejemos engañar de charlatanes que hacen cosas pero con un poder diferente al que da Cristo.
Falsos profetas hay por todas partes y nosotros por falta de autoridad moral no los desenmascaramos.


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