jueves, 10 de mayo de 2012

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor



permanezcan en mi amor” dicho a mi manera dejémonos amar por Dios. Hay solo una manera de vivir sin complicaciones obedeciendo las leyes; cuando por necedad o descuido contravenimos las normas terrenas se nos complica la situación. O sea que si se cumplen las normas civiles entramos en la libertad de hace todo lo demás. Ahora bien las normas de Dios al cumplirlas, que además nos centran en la verdad y que no contradice ninguna ley; estas si que nos hacen libres, para disponernos a recibir el amor de Dios; o sea debemos estar libres para recibir el amor de Dios, y con este don podremos amarnos y amar a los demás; nadie puede dar de lo que no tiene.

Como el Padre me amó, así también los he amado yo”. El Señor Jesús se encarno en hombre para salvar a los hombres, Dios ama a todos los hombres, Dios ama a todo el hombre (cuerpo-alma –espíritu) y Dios ama con toda su intensidad al hombre en particular, no un poquito para este y un montón mas grande para el otro. Nosotros por falta de disposición no lo podemos recibir.

Al encontrar la verdadera libertad, viene a llenarnos Dios con su amor fraterno y práctico, luego viene lo complementario la alegría. En cambio cuando se contravienen las normas civiles o morales, aparece la desgracia. 
San Francisco: “No es bueno que un servidor de Dios aparezca delante de los hermanos o de los otros hombres con un rostro triste y enfurruñado”. La libertad, el amor y la alegría son ingredientes propios del servidor del Señor, se hace apto para soportar la tribulación, se le hace fácil la misión, la cruz, el ejemplo de vida, la relación con los demás, el comportamiento diligente, y agreguemos un montón de buenas cosas que se emanan. Por el contrario, también, cuando nuestro comportamiento es opuesto, de allí se desprenden cantidad de conductas que van en contra de Dios y de toda su creación. (cf.1 Jn.2,5; 5,3)  

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