viernes, 25 de mayo de 2012

Cristo nos ha purificado de nuestros pecados


«Apacienta mis corderos.»
«Cuida de mis ovejas.»
«Apacienta mis ovejas
Importante es que Pedro en adelante ame a Jesús, amando a su Iglesia y aceptando el martirio. Y lo que no entendemos es el misterio de la coorendeción. En todo momento el maligno actúa para que las personas caigamos en la tentación para hacer el mal; también todos los días es preciso acudir a Dios por amor en oración para ofrecer pequeños sacrificios como reparación.

El diálogo entre Jesús y Pedro se desarrolla en ambiente eucarístico y tiene como finalidad reafirmar e incoar el puesto de Pedro en la comunidad de su Iglesia fundada por nuestro Señor Jesús; y que su ministerio en adelante va a ser esencialmente por la gracia. En pasajes anteriores se nos muestra un Pedro dispuesto al seguimiento del Maestro, pero también aferrado a la tradición judía, en especial la de su mesianismo nacionalista. Un tanto difícil para el acatamiento de la dinámica del amor de Dios y el servicio incondicional, propuesto por el Señor, que es donde se vive para servir y no con sometimiento. Quería el Señor que Pedro interiorizara la esencia de Dios, el amor y que en adelante pensara y actuara con amor decisión. También es para nosotros esa triple pregunta, porque la mayoría de nosotros los católicos amamos a Dios pero falta que sea con decisión, que ya no quepa en nosotros otra opción, que descubramos que es la única, por la que vale, la que tiene valor y poder trascendental.

“¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.»(Lc.22,31-32) Dios ha prometido que estará con nosotros, es así que Pedro hace presencia e intercede ante Dios por su representante en la tierra y la dirección de su Iglesia.


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