martes, 13 de marzo de 2012

Todavía es tiempo, dice el Señor

Perdonar de todo corazón al que se ha dejado engañar para practicar la ofensa; primero porque Dios así lo quiso sabiendo porque; pero sin duda, quien ofende se deja llevar por la tentación, es víctima porque esta ensuciando su alma y con la ofensa se hace servidor del maligno, para que nosotros también caigamos en la trama. Oremos por los que nos hacen daño.

“setenta veces siete”, se contrapone a los deseos de venganza en (Gén 4,24). “Cuídense ustedes mismos. Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo” (Lc.17,3). Esta vez el Señor aclara el sentido del perdón, el dialogo evangelizador que debe haber con el culpable, en este caso se trata de llevar al otro a que haga una reparación a la medida de sus posibilidades, de lo contrario sería una resignación frente al mal y una negación de la justicia. El perdón se contrapone al odio, la soberbia, la prepotencia, a los conflictos; todo esto lleva la violencia, la agresividad, la venganza; mientras que el perdón lleva a la paz.

Es primordial relacionar el perdón con los estrechos lazos que nos deben unir con la eternidad, lo cual conocemos tan mal. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Nuestro Señor Jesús dice: Lo mismo hará con ustedes, para darse a entender, pero en realidad no es Dios quien castiga, somos nosotros los que hemos destruido voluntariamente algo irreparable y que es solo Dios quien lo puede reparar. Necesitamos aprender y enseñar a perdonar, miremos con detenimiento todo lo que Dios nos perdona, nosotros nos atrevemos a contabilizar el perdón, Dios no; de cierta manera pasamos desapercibida la misericordia de Dios, porque respeta nuestra libertad, de la cual abusamos tanto. Perdonar significa aceptar, acoger, comprender. ¡Cuánta urgencia tiene nuestro mundo de un “auténtico perdón” para hallar la paz.

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