viernes, 9 de marzo de 2012

Recordemos las maravillas que hizo el Señor

La parábola de nuestro Señor Jesús, devela porque se extendió el Reino de Dios a todos los pueblos. A toda la descendencia de Abraham se les había confiado el Reino de Dios, pero han malversado la heredad. Motivo por el cual fuimos incluidos en su heredad y para ello instituyo el bautismo que nos hace hijos y herederos del cielo. “la piedra que fue rechazada llegó a ser la piedra angular”. Es la fundación con un nuevo pueblo y de un nuevo templo que es la Iglesia; iniciada con los judíos que tuvieron fe en el Hijo. Nuestro Señor Jesús vino para revelar la grandeza y la profundidad del misterio de Dios, manifiesta su gran voluntad de salvación para todos sin distinción; al respecto nos dejo entrever que existe solo una diferencia y es, entre vivos y muertos. Vivos por la gracia de Dios y muertos por el pecado.

Por lo tanto nuestro Señor Jesús, el mediador de la Nueva Alianza, congregará a su alrededor a los doce Apóstoles, símbolo del “nuevo” Israel, llamado a dar frutos de vida eterna y a anunciar a todos los pueblos la salvación. De tal manera que no podemos hacer oídos sordos, debemos actuar diligentemente a fin de producir frutos para el Reino de nuestro Creador, tarea que no es por nuestras propias fuerzas sino que es con la gracia de Dios, con el poder de Dios, mediante nuestra voluntad, entrega, ejemplo de vida y amor.

Es preciso concientizarnos del mandato divino “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.” (Mt. 18, 19), la tarea es dada a nosotros, si no la acogemos le será dada a otros, de manera que debemos cumplir nuestra misión, continuar su obra como trabajadores que hagan producir frutos, almas para el Reino de Dios; en medio del desorden y la ocupación de los engañados por el maligno.

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