martes, 20 de marzo de 2012

Crea en mí, Señor, un corazón puro

La piscina de Betesda estaba dedicada a “Esculapio”, dios griego de la salud. El Señor Jesús nos indica que es en las aguas del bautismo de la Santísima Trinidad; que no es en esa piscina sino por su poder, por El fue hecho todo cuanto existe, incluido el hombre. Es Él quien sana y libera.

"¿Quieres curarte?": estamos en tiempo de la cuaresma que conduce a los catecúmenos a la piscina del bautismo, a la reconciliación con Dios. El número cuarenta, tiene un valor simbólico, ligado al misterio de nuestra salvación. En efecto, cuando la maldad de invadió la humanidad, durante cuarenta días Dios mando el diluvio (Gn 7), la lluvia cayó para purificar el mundo. Ahora, durante los cuarenta días de la cuaresma, es ofrecida la misericordia a los hombres para que se purifiquen... tiempo en que es Dios quien nos invita a entrar en la arca, su iglesia. La invitación es para todos, a refugiarse en este santuario.

Jesús siempre está en medio. Allí donde haya algo para “liberar”, para hacer feliz a la gente, allí está Él. Los fariseos y muchos en nuestro tiempo, en cambio, sólo se piensa en si es tiempo o de quien se trata. Su mala fe mata el espíritu. El Señor nos está diciendo hoy: «¿Quieres curarte?”, todo será nuevo a partir del momento en que el Señor nos levante de nuestra parálisis causado por nuestra costumbre de pecar, que paraliza el alma.

Pues no se trata de logros humanos sino de la gracia providente del amor que nos anima a ser superiores en la humildad para amar y para superarnos; de manera que es preciso sumergirnos en el agua de la oración, pera que por gracia nos podamos sumergir en el agua de la reconciliación con la ayuda del Espíritu Santo, quien nos permite ver dónde está el torrente.

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