sábado, 3 de marzo de 2012

Marzo sábado 03

Cada uno de los mandatos de Dios nos promueve a una transformación personal, a una superación de la mezquindad, del temor, de los prejuicios, la indiferencia y la dejación. El que los cumple se elevará a una visión del mundo y de los hombres que lo hará cada vez más capaz de entrar en la ciencia y la sabiduría del Padre.

El amor a los enemigos: Mc 12,31; Lc 10,27; Rom 13,9; Gál 5,14; Stgo 2,8; Rom 12,20; Lc 23,34; He 7,60; Rom 12,14; 1Co 4,12; Ef 5,1. Con el Evangelio aprendemos a amar a las personas así como Dios los reconoce y los ama. Fuera de los caminos de Dios es una práctica ignorada.

Para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores” (Mc.5, 45). Seremos hijos del Padre Dios, si en obediencia amamos, hacemos el bien a todos y rogamos a Dios por los que no nos aman. Cuando se llega a comprender que cada persona tiene su lugar en este mundo y que Dios dirige todo para el bien de todos, entonces vemos como Dios y somos perfectos como el Padre es perfecto. Si queremos gozar de todos los dones de Dios, debemos comportarnos como sus hijos, todo hijo obediente hace lo que el papá le dice. El Señor Jesús nos dice que solo la lógica del amor, del diálogo abierto, del perdón y la reconciliación logrará instaurar un orden nuevo en la paz y la justicia.

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