Cuando dejemos nuestra actitud agresiva, ofensiva, opresiva, todo gesto falto de amor, seamos servidores por amor más que por la paga, compartamos lo que viene por la divina rovidencia; si amamos y honramos a Dios, le obedecemos y nos comportamos agradecidos. El Espíritu de Dios hará presencia en nosotros, atenderá nuestra suplica, nos llenara de paz y delicia.
Solo con la religiosidad nos exponemos a creernos superiores a los demás y a crear barreras donde Dios no las quiere. Dios aborrece el pecado y quiere que el pecador se convierta, reciba sus dones y su amor, no importa la hoja de vida que tengamos, no mira nuestras credenciales, El Señor rompe las barreras sociales; nos llama a servirle tal como somos, sujetos de la salvación por Él donada; en esta cuaresma Dios quiere nuestros corazones contritos «Dios te ha escogido débil para darte su propio poder» (San Agustín).
El Señor hoy nos llama a seguirlo a ejemplo de san Mateo, sin pensarlo, sin mirar atrás, sin anteponer disculpas. Quiere que seamos sus discípulos y participes de sus misterios; Él nos llenara de sus dones para hacerlo cada día mejor, “háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ez.18,31) dejando la cultura del pecado y haciéndonos participes de la nueva alianza, de esta manera agradaremos a Dios y a su Corte celestial para que haya fiesta (Lc.15,7) Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. (Lc.6, 35)
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