jueves, 9 de febrero de 2012

Jueves 9

Es un momento en que las autoridades se vuelven contra Jesús; Él se aleja y recorre las fronteras de Galilea. El incidente recordado aquí se ubica en la región de Tiro, poblada por sirios y fenicios. Llamados también griegos porque hablaban griego, vivían al lado de los judíos, pero estaban muy lejos de ellos.

Los judíos nunca pudieron comprender su elección como pueblo de Dios sin considerar al mismo tiempo en una categoría inferior a los demás pueblos. Para ellos el mundo se dividía en dos: “el pueblo” (judío) y las “naciones”, es decir todos los demás.

Surge de ese pueblo pagano, una mujer que refleja el amor por su hija, con una fe grande, ella confía en el Señor, ya había escuchado lo que decían de Él. Se vale El Señor Jesús de lo que muchos judíos decían o pensaban de sus vecinos, para medir la intención de la madre que intercedía por su hija. Dios prueba en la medida en que seamos capaces de soportar, a veces menos, otras un poco más, para obligarnos a dar lo mejor de nosotros mismos.

El Señor haría la obra de todas maneras, precisamente para eso vino al mundo, para perdonar, para rescatar, para sanar, para liberar y para cuidar. Pero quiso mostrarnos que debemos insistir con fe, perseverando y para permanecer.

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