martes, 14 de febrero de 2012

Martes 14

La conversación del Señor Jesús con sus acompañantes nos muestra su originalidad, trata de dar una lección para el momento presente pero estos se preocupan más por su seguridad alimentaria.

(De vez en cuando es bueno que recodemos que la Palabra de Dios es actual y para cada quien en el momento en que nos corresponde vivir y actuar --- Dios es un eterno presente, no ocupa un espacio en el tiempo como nosotros)

Hoy el Señor Jesús, quiere decirnos que nos cuidemos de todo el que tiene poder en cualquier modo; pues si de cualquier manera llegamos a tener la dirección de otros no olvidemos que estamos en el mundo y somos débiles, seremos tentados a hacer mal uso del poder, a relativizar todo en torno a la condición y no querer destruir el propio trono; en cierto modo no queremos que el Reino de Dios esté presente en los súbditos ya que de estos es preciso demandar toda la atención.

Por tal condición nos olvidamos de lo importante, de la palabra de Dios, de lo que debemos hacer y del comportamiento que debemos observar. Para quien tenga poder le sería más fácil cuando todos escucharan la voz de Dios, le obedecieran y actuaran en consecuencia.

En segundo lugar el Señor Jesús nos amonesta con cierta severidad y con justa razón:

¿Aún no comprendéis ni entendéis?
Es verdad Señor nos falta mucha docilidad al Espíritu Santo quien es el que nos lo aclara todo.

¿Es que tenéis la mente embotada?
Las cosas del mundo, los afanes, el poder, la fama y el tener, nos emborrachan, Señor.

¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?
A llegado tan lejos nuestra desobediencia que ya no queremos ver ni oír. A pesar de que tu nos hiciste con dos ojos para ver, con dos orejas para oír y una sola boca para comer y para hablar.

¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?».
Si Señor, pero nosotros creemos más bien en nuestras propias fuerzas, nos ocupamos solo de lo nuestro para llenar nuestros estómagos y complacer nuestros sentimientos.

«¿Aún no entendéis?».
No Señor, nos alta mucho, nos alta madurar en la fe. Danos el querer de comprender sus palabras en el sentido en que son pronunciadas. Danos Señor la gracia para reconocerte, para mirar nuestro pecado, para vivir en continuo cambio de vida de acuerdo a lo que tú nos dices a fin de lograr tu amistad permanente y llegar por ti a la gloria de la resurrección. Amén.

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