jueves, 23 de febrero de 2012

Jueves 23

El Señor Jesús anuncia a sus discípulos el final de su misión. La pasión y muerte en la cruz del Señor tiene significado inigualable es su dolor y sufrimiento, es el martirio y el ultraje a Dios, lo único que puede ser suficiente para el rescate de la humanidad, fue lo único que venció a la muerte, a la que estábamos sometidos. El inmolado “Cordero de Dios”. Todos hemos de compartir su victoria sobre la muerte, y que esto dependerá de la orientación que demos a nuestra vida.

Para llegar con el Señor Jesús a la gloria de la resurrección es primordial hacer lo que Él nos dice: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?”

Si queremos ser amigos del Señor, carguemos nuestra cruz todos los días, llevándola con amor, con mucho amor, y así pesará menos; es acoger toda la grandeza de Dios y dejar de lado nuestra pequeñez, nuestras flaquezas, nuestras preferencias; aceptar la Divina Voluntad de Dios como lo primero y principal en todo nuestro pensar, decir, hacer y sin dejar nada inconcluso. No solo “evitar los pecados”, mientras continúan las propias ambiciones y gozo terreno; es preciso un cambio radical para llegar a ser un diligente discípulo del Señor, haciendo el bien y cumpliendo la misión y el deseo de la salvación de todas las almas, sin interés personal o material.

Haciendo la voluntad de Dios, encontraremos el verdadero sentido de nuestro origen, existencia y el cumplimiento de los proyectos de Dios que tiene para cada uno de nosotros; y de esta manera lograremos el premio que Él mismo nos tiene preparado.

Como nos dice el Señor, de que nos sirve todo el atesoramiento egoísta y mezquino, empleado para los placeres, para la vana gloria; habiendo hecho lo indebido cometiendo escándalo, llevando a otros a la enemistad con Dios, demoliéndonos y destruyendo a los demás. En cambio dejamos de hacer lo debido, atesorar apara el cielo, haber ganado amigos para el Reino de Dios, siendo justos, acordes con san Mateo 5, las bienaventuranzas y 25 las obras de misericordia.

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