jueves, 12 de septiembre de 2013

“El amor es lo que unifica”


Hoy, celebramos la fiesta del nombre de María, nombre santo y maternal. Como canta la liturgia, el Padre ha querido “que también el nombre de María estuviera con frecuencia en los labios de los fieles; estos la contemplan confiados, como estrella luminosa, la invocan como madre en los peligros y en las necesidades acuden seguros a ella”.

Al leer el santo Evangelio, siempre nos parece muy bello, porque son los demás quienes lo deben cumplir, implícitamente estamos convencidos que son los demás quienes lucen siendo buenos y hasta los catalogamos como mensos. No lo asumimos porque se hace muy difícil para nosotros movidos por las corrientes generadas en nuestro mundo contemporáneo, además defendemos esta postura porque prima el interés, más no el amor “Como yo os he amado”. Lo que ordena el Señor choca contra nuestros puntos de vista, nuestras costumbres. Qué difícil es amar a los que no son de nuestra empatía. Que difícil hacer el bien a quienes nos damos cuenta que no les caemos bien. Que difícil bendecir e interceder por los que nos injurian, calumnian y maldicen. Además, esta no es la lógica del mundo en que vivimos. Por eso mucha voces gritan que la doctrina de Cristo esta pasada de moda, que el mundo ha evolucionado y lo que cuenta es lo que vivimos hoy, el dinero, la ciencia, la tecnología.

No es fácil superar la práctica antigua “ojo por ojo, diente por diente”. No practicamos la máxima que se escucha en todo el mundo, «No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti». La lógica de Dios es otra porque “solo Él es bueno” nos ama a todos de manera igual y particular, todos los días trabaja para sostener su santa creación incluyendo nuestra existencia, hace el bien a todos por igual. “Dios hace salir el sol sobre buenos y malos”. Si hacemos lo que el Señor nos dice, no es otra cosa que la manifestación del inmenso amor de Dios. No es una carga sino que es el testimonio vivo de Dios. Por tanto no es suficiente desear el bien por evitar el mal, sino que hay que hacer el bien para que los demás obtengan paz y se dejen amar para que luego ellos como nosotros también podamos amar.


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