miércoles, 25 de septiembre de 2013

“Bendito sea Dios, que vive eternamente”


La misión de los Apóstoles marca el comienzo del envío. «Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los Apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es “enviada” al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. “La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado” (C. Vat. II, Apost. actuo. 2)» (CCE 863). Cfr nota a Lc 6,12-16.

les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades” este poder y autoridad significa la presencia de Dios en medio de la evangelización. No se puede interpretar que es el poder humano quien puede convertir para liberar y sanar. Es la autoridad de Dios. Ahora bien, en cambio sí le corresponde al evangelizador es, “fiarse de Dios”; desprenderse de las preocupaciones y ataduras; permanecer en la paz donada, en la gracia donada; hacer oración y ayuno; centrado únicamente en la misión que está cumpliendo, que no es una actividad humana cualquiera, sino un trabajo para el Reino. Es pues, una gestión de diálogo y de doble vía; brindando con amor y sentimiento, lo que Dios esta ofreciendo; donde el misionero da lo mejor de sí y está dispuesto a escuchar y a interceder. De esta manera Dios permanecerá en él y será Dios quien obre a través de él.

Fácilmente echamos a perder la misión por creer que somos nosotros por nuestras capacidades lo que convierte. Es lógico que haya que instruirnos dejándonos guiar por las enseñanzas del Maestro. Pero nos cuesta fiarnos de Dios, nos cuesta ayunar para fortalecer nuestro espíritu, nos cuesta hacer oración para recibir los dones de Dios y la presencia de Dios. Que en la misión se define en la conversión – cambio, para liberar el espíritu y aliviar el dolor humano. Se dice que hay que emplear “nuevos métodos, de sentir nuevos ardores”, con acondicionamientos inútiles por falta de centralidad. Es decir sin lo principal, sin hacer lo debido conforme nos lo enseño nuestro Señor Jesús. En resumen nos dejamos llevar de las distracciones del modernismo y dejamos de lado la parte espiritual tan útil para interceder por la salvación de las almas. El ardor y el método será siempre un presente, porque Dios siempre ve nuestras realidades humanas y siempre querrá que todos lleguemos al conocimiento de la verdad plena y nos salvemos. La diferencia la hacemos nosotros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario