lunes, 1 de abril de 2013

Dejémonos encontrar por el Señor


Pedro se dirige a esa multitud, y en ellos también a nosotros, con gran valentía, para declarar que Jesús es el Mesías esperado, ya que Dios lo acreditó como tal a través de los milagros, prodigios y señales que hizo por su medio, pero especialmente resucitándolo de entre los muertos, ya que nosotros fuimos los que, utilizando a los paganos, lo clavamos en la cruz. Llevado a los cielos, ha derramado el Espíritu Santo prometido sobre su Iglesia, para que lo escuchemos y para ver las maravillas de Dios.

El Espíritu Santo, que se nos ha comunicado, es espíritu de valentía para proclamar, sin rodeos, el mensaje de Dios, para que sea posible el arrepentimiento, la conversión, y el inicio de una vida nueva a impulsos del Espíritu, para proclamar con los labios y con las obras, el Misterio Pascual de Cristo, por cuya resurrección hemos recibido un corazón nuevo y un espíritu nuevo para dar testimonio de nuestra fe, afrontando todos sus riesgos.

En Cristo, que puso toda su confianza en su Padre Dios, y en cuyas manos encomendó su espíritu, se ha cumplido esta Escritura, pues no fue abandonado a la muerte, ni sufrió la corrupción. Por su filial obediencia, y por su confianza total en Dios, ahora vive glorificado eternamente a la derecha de su Padre Dios.

Como las mujeres corramos presurosos a anunciar al Resucitado que Jesús les espera. Es la manera como Cristo quiere confiar en nosotros para que caminemos para proclamar su resurrección, es la mejor manera como podremos encontrarnos con Él. En el fondo debe movernos el amor. Cuando buscamos al Señor no es sólo para contemplarlo o para comprobar su existencia; lo buscamos para vivir comprometidos con Él en la fe, y para esforzarnos en darlo a conocer. A pesar de los inconvenientes que se puedan presentar. A pesar del relativismo y el modernismo. A pesar de que haya muchos que le rechacen. Solo debemos ser instrumentos del Espíritu Santo. De una manera casi imperceptible somos mediadores, porque Dios respeta nuestra libertad, y el Actúa por mediación nuestra.

Pidamos pues al Espíritu Santo por intercesión de María santísima que los pecadores que somos todos que el encuentro con Cristo sea todo un compromiso decidido en el caminar con nuestra cruz en pos del Señor por su don divino, y poder participar de la vida que nos ha logrado mediante su Misterio Pascual. Amén.

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