miércoles, 24 de abril de 2013

Yo he venido al mundo como luz


Por la seguridad que nos ofrece nuestro Señor Jesús, sabemos que Dios no es un ser ajeno a nosotros. Tenemos la certeza de saber cómo es, quien es y lo que hace. Dios ha tenido piedad de nosotros y nos ha bendecido al enviarnos a su propio Hijo como Salvador nuestro. Quienes hemos sido beneficiados con el don de Dios debemos convertir toda nuestra vida en una continua alabanza de su Santo Nombre.

Sólo el Hijo unigénito del Padre lo conoce a Él. Y el Padre Dios le ha confiado una misión al Hijo: salvarnos por medio del amor hasta el extremo, con entrega hasta de su propia vida. Así, a través de Cristo conocemos a Dios y el amor que nos tiene. De manera que quien rechace a Cristo estará rechazando al Padre Dios, que lo envió, y se estará cerrando a la salvación.

Ojalá y no nos cerremos al amor de Dios, pues entonces el amor se convertiría en juicio de condenación por no haber creído en ese amor. Que sea el Señor la luz que ilumine nuestro camino con su Palabra. Que sea nuestro guía, que sea nuestro camino; no por nuestras fuerzas sino por su gracia y nuestra aceptación. “Por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo”. Siendo así tenemos la responsabilidad de escuchar y obedecer, por nuestro bien; para no permanecer en tinieblas, para recibir la luz, la verdad y la vida


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