lunes, 22 de abril de 2013

¡Mi alma tiene sed de ti, Dios viviente!


A Las Culturas Judías no le es fácil escapar, incluso a Pedro; habían escuchado del Señor “id a todas las naciones y bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”; no a circuncidarlos. Es necesario que Dios nos haga la aclaración: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano». (Todo lo que Dios hizo le pareció bueno) el hombre ha hecho mal uso de lo creado. Ha empleado mal lo visible y lo invisible, incluido el tiempo, que es también de Dios.

Ocurre en Pedro un cambio, no era fácil la apertura de la iglesia universal, simbolizada en la visión del gran mantel. (Un poco más adelante este tema seria causal del primer concilio de la Iglesia). Tampoco fueron fácil otros cambios que el Señor provocó en él. Nosotros tampoco escapamos de la incredulidad de la doctrina del Señor, con alguna facilidad llegamos a creer, pero no fácil a obedecerle. Seguimos concordantes con las corrientes del mundo en que vivimos, causando el mal uso de lo que Dios nos da, tomamos muy de nuestra cuenta el libertinaje para pasar de largo la sentencia de “administrar y cuidar” (cf. Gn.2) a toda la creación a partir de nuestro ser.

La obediencia de nuestro Señor Jesús, “Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo potestad para darla y tengo potestad para recuperarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre”.-- “El buen pastor da su vida por sus ovejas”. Muy diferente a los que suelen denominarse pastores hoy día, que quitan la vida de sus ovejas.

Para ser buenos pastores en el mundo habría que mirar muy detenidamente a Cristo, para actuar en concordancia, no como simples funcionarios públicos  De alguna manera somos «pastores», por encargos de autoridad, de ministerio con relación a otros, en la Iglesia, en la comunidad, en la familia, en cualquier agrupación cristiana o humana. Todos tenemos responsabilidades de pastorear a otros para que no se desparramen a la llegada del lobo. El astuto que siempre nos dirá “no es cierto que moriréis -- seréis como dioses” (cf.Gn.3) nada de administrar, de cuidar y hacer el uso adecuado con todo lo creado, menos el interés porque otros hallen la salvación. Por eso se hace presente lo que nos dice el Señor: “Porque del corazón proceden los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias”. (Mt.15, 19); san Pablo en la carta a los gálatas 4, y a los Romanos (1,21-22)

Por otra parte como nos podremos ver como ovejas de Cristo. Las ovejas tienen unas particularidades: obediencia, nobleza, conocen a su amo, escuchan la voz de él y le siguen por donde las conduce. Si miramos los atributos de estos animalitos, podemos darnos cuenta de que tan lejos estamos de la voluntad del Señor que nos dice: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» aunque hay mucha descarriadas el Señor quiere que todos “formarán un solo rebaño, con un solo pastor”, (Iglesia universal). Es fácil ver como el lobo de este mundo desparrama. Nosotros por no aceptar en todo a Cristo, nos cegamos en nuestros afanes sin hallar la paz ni las soluciones inmediatas, nos desviamos y conllevamos a otros por caminos que no conducen a la vida que nos puede dar nuestro Señor Jesús.


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