jueves, 4 de abril de 2013

El Mesías padecerá y resucitará


"¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo." Cuantas dudas también para nosotros, cuantas preguntas, sin tener en cuenta que para Dios nada hay imposible. El problema es que tratamos estimamos y pensamos que Dios es uno como nosotros – tratando de igualarnos a él; y que tiene poder para ayudarnos cuando lo necesitamos y nada más. A sus discípulos les ocurrió y a todo el pueblo judío, porque dudaban que nuestro Señor Jesús no era el Mesías, porque esperaban un personaje no lleno de amor sino de injusticia capaz de pasar por encima de los demás.

Los discípulos vivían su fe con dudas y temores, pero poco a poco van comprendiendo desde adentro que el Maestro ya no está en la tumba y que, por lo tanto, ya no es posible vivir en pasividad, y mucho menos en desobediencia al Resucitado. Los discípulos han vivido la experiencia de la Resurrección. Jesús resucitado da la Paz, y la funda en el alma descarriada de sus discípulos. Quien no reconozca al Resucitado en comunidad no ha asumido la realidad plena de ser un cristiano individual; esta experiencia empieza a conducirse colectiva, comunitaria en Cristo.

La paz de la conciencia es el mejor consuelo que pode experimentar nuestra alma y que nadie nos la puede robar... La paz del corazón es la felicidad auténtica, ella nos trae consigo libertad y mantiene nuestra afabilidad y nos impulsa a la esperanza; es arma vital contra la desesperación que trata de vencernos en casos de tribulación. Es el don del Resucitado en el sacramento de la reconciliación que nos resucita (cf. Jn. 20,23)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua. (ad libitum)



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