sábado, 25 de mayo de 2013

La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos.


Al meditar los primeros capítulos del Génesis, Ben Sirac encuentra la relación el hombre en la creación y ve que el hombre es un ser frágil y dependiente. Que al hombre le fue dado por Dios el don de transformar la naturaleza mediante la ciencia. Y para su desempeño el hombre seguirá siendo un «ser moral» para la buena administración de lo creado y puesto a su servicio. Dios fundió en el interior del hombre el bien y el mal. Demostró el amor con que lo creo y lo sostiene. Y la relación con sus semejantes. Además el hombre tiene un papel religioso e importante frente a Dios, dentro de la creación es quien tiene capacidad de alabar y glorificar a Dios. Para el hombre de hoy, pareciera que esto no le incumbe, cada vez somos más agresivos consigo mismo, con la naturaleza y el medio, con más alejamiento de Dios y avanza el libertinaje, el querer ser dioses sin Dios. Pareciera que desbandada abandonamos la voluntad de Dios como hijos desobedientes y quisiéramos ser irracionales decorados.

Los pensamientos apuntan a que el A/T contenía un Dios “Temor” y el N/T. un Dios “Amor” pero si vemos en muchos pasajes de los libros antiguos, encontramos calificativos "amor" " ¡ternura! " ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor! ¡Dios es Padre! ¡Ese es Dios!. Y Jesús siendo Dios demuestra lo mismo, se hace ejemplo de la ternura de un padre son sus hijos, nos enseña a meditar y a relacionarnos con Él. "Padre nuestro, que estás en los cielos.. hágase tu voluntad.. perdona nuestras ofensas...". "Amad a vuestros enemigos, entonces seréis hijos del Dios Altísimo, porque Él es bondadoso con los ingratos y los malos". (Lucas 6. 27-38).

Los discípulos en su pensamiento estaba el cuidado como escoltas de Jesús quien según ellos sería el rey a vencer la tiranía y el imperio al cual estaban sometidos. Además los niños como la mujer en su cultura no tenían un rol adecuado. Pero el Señor aprovecha la circunstancia para aclarar que de los que son como niños será el Reino de Dios, como un don aun sin merecerlo; porque Dios es nuestro Padre eterno. Es para los que tienen inocencia, los que no tienen en su corazón sentimientos de odio, de venganza, del mal… los que están dispuestos a dejarse amar de Dios como niños suyos. «Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños... rezar como rezan los niños» (S. Josemaría Escrivá, Sto. Rosario. prolog.).

Para Dios todos somos significativos, ninguno se ha de “perder” el que para nosotros es considerado pequeño, débil, insignificante, para Dios es valioso. Nos enseña mediante su ejemplo que debemos mirar a los demás como almas, no por sus apariencias, sus estados, creencias, política, riquezas, conocimientos… Todos somos hijos de Dios, la diferencia la ponemos cada quien frente a Dios. La escena de los niños es para nosotros invitación a la dependencia total de Dios nuestro Padre, como hijos suyos, obedientes, disponibles; sin pretextos, prejuicios ni cálculos. Es también, una amonestación vital: “quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él” Por lo visto, depende de nuestra condición espiritual el recibir la gracia, lo sobrenatural. “Sed niños en la malicia, pero hombres maduros en el uso de la razón” (1Co 14:20)

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