miércoles, 22 de mayo de 2013

Dios ama a los que aman la sabiduría


La primera lectura nos invita a amar la vida. La sabiduría nos habilita para servir, para amar y para vivir con gozo. La sabiduría es un don que debemos pedir al Espíritu Santo, desde el amanecer, es Él el motor de nuestra existencia, quien nos proporciona lo que necesitamos espiritualmente para vivir mejor. Los que actúan con sabiduría glorifican a Dios. A los que actúan con sabiduría donada los ama Dios. Pidamos la sabiduría a Dios añadida del discernimiento, no sea que la empleemos mal. Quien la escucha y práctica, al principio le hará ver recovecos, sentirá timidez, miedo y hasta pavor; entre aciertos y correcciones su disciplina le afligirá hasta obtener confianza en Dios, quien nos conducirá por el camino correcto, nos regocijará y nos revelará sus secretos. El que desprecia la sabiduría donada está caminando a su propia ruina.

Es inaplicable que alguien actúe correctamente en nombre de Jesús vaya acto seguido a hablar mal de él. Se trataba de un exorcista, a quien le habían prohibido arrojar demonios en nombre de Jesús porque no era del grupo. Lejos de ser excluyentes, pensemos que debemos acoger a tantos simpatizantes por sus adhesiones doctrinales y gestos testimoniales de la vida ordinaria, para que alcancen una conversión verdadera y se integren a la comunidad en Cristo.

De tal manera que el Señor nos inspira a vivir una conducta de comunidad eclesial. La intolerancia hace mucho daño al cuerpo eclesial de Cristo. El egoísmo nos dispersa y nos hace ver enemigos en todas partes. Nuestra actitud como católicos no debe ser excluyente; por desventura en muchas ocasiones miramos por encima del hombro a los demás, queremos los primeros puestos; absorbentes no servidores, por tanto se dificulta el testimonio como reflejo de Cristo. Esa actitud de ideologías de grupo autoritario, lleva al apoltronamiento con retroceso, nos hace discriminatorios especialmente con los más necesitados de la sabiduría de Dios, de conversión, de bienes materiales.

“El que no está contra nosotros, con nosotros está” Jesús no reprueba abiertamente esta conducta, pues sabe que no había en ello mala voluntad. Sabía que actuaba en favor del Reino de Dios; que era un luchador más, contra los espíritus que atormentan y alejan de Dios. Para nosotros hoy día pensemos para que Jesús, instituyo el sacramento de la penitencia? ¿Porque la penitencia si no es por el pecado?, ¿Por qué el pecado si no es por el diablo y sus espíritus malignos? Es porqué el diablo y sus espíritus en primer lugar quieren habitar en el cuerpo material del ser humano, segundo porque odian a Dios y al hombre que es lo que más ama Dios, en secuencia, quieren descansar de su desgracia, hacernos sus servidores…En todo caso, se trata de una guerra espiritual que incumbe a todos. La tentación procede de fuera, pero también muchos pecados son por nuestra concupiscencia, heredad de pecado; de ahí que debamos estar vigilantes para no caer debido a nuestras propias inclinaciones.


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